Luces de neón, rascacielos interminables, centro financiero, coches y tiendas de lujo, restaurantes de postín. Todo esto encontramos y deslumbra cuando aterrizamos en Hong Kong, o cuando visitamos sus barrios más famosos y turísticos. Eso es lo más brillante y lo más llamativo a primera vista. Lo que nos impresiona y nos deja boquiabiertos. Sin embargo, la ex colonia británica guarda misterios, secretos que no lo son tanto, y que se pueden descubrir a cualquier hora del día. Basta con abrir un poco los ojos y poner interés por nuestra parte para quedar sorprendidos con la cultura y sus ancestrales costumbres que siguen vigentes hoy día. 

La cultura y patrimonio inmaterial que Hong Kong nos ofrece es inabarcable, se trata de dar algunas pinceladas de aquello que encontramos cada día en sus calles y en sus barrios. Una cultura accesible a todo el mundo. A todo el mundo a quien le interese, claro.

Entre las cosas que nos pueden parecer más exóticas de la ciudad están las tiendas donde comprar plantas, raíces, partes de animales o hierbas, que se usan en la medicina tradicional china. Medicina tradicional que convive sin ningún tipo de complejo ni problema con la medicina occidental, en muchos casos complementándose. Tradición y modernidad van de la mano con naturalidad. Una forma de sanar con milenios de historia, y que a día de hoy sigue contando con numerosos seguidores. Los mismos remedios que se usaban hace siglos, se siguen utilizando en la actualidad. Puede parecernos raro a aquellos que no somos duchos en esa forma de curar, pero visitar una de las doscientas tiendas que todavía hay en Sheung Wan, es una experiencia enriquecedora. Nidos de pájaro y ginseng en vez de aspirinas e ibuprofenos. Mucho más natural sin duda. 

La ópera cantonesa, los vientos y el agua

Si la tradición sigue vigente en el cuidado de la salud, también lo hace en el entretenimiento. La ópera cantonesa sigue manteniendo muchos adeptos, y no sólo entre la población de mayor edad, sino también entre jóvenes y niños. Se trata de uno de los principales estilos de la ópera china, mezclando en el escenario historias relacionadas con el gigante asiático, con sus leyendas, música, actuación y teatro. Saber cantonés no es imprescindible para disfrutar de un espectáculo visual como hay pocos en el mundo. Sus coloridos trajes, sus movimientos en el escenario, su cante característico o sus decorados hacen la asistencia a la ópera cantonesa algo de lo que disfrutar de principio a fin, y eso sin entender nada del idioma. 

Ya sean rascacielos de cientos de plantas, como casas más humildes o templos, la mayoría de las construcciones de Hong Kong siguen la antigua práctica de situar los edificios (y los objetos) en armonía con la naturaleza para así atraer la buena suerte y un futuro próspero. Feng Shui (“viento y agua”) que tiene su origen en la creencia de que las influencias cosmológicas tienen una importancia decisiva en nuestras vidas. En pleno siglo XXI se siguen consultando a profesionales de feng shui a la hora de comprarse una casa o hacer una remodelación en la oficina. Es una práctica omnipresente en Hong Kong, quizá la práctica más implantada en la ciudad y la que menos “se ve”. Está ahí, aunque no sepamos ni cómo ni de qué forma. Los hay incluso que hablan de que la propia Hong Kong tiene un feng shui magnífico, en el que su ubicación geográfica, sus montañas, o las aguas de la bahía, ayudan a la estabilidad y prosperidad del territorio. 

Junto a bares, o cafeterías más a la moda, en Hong Kong encontramos también teterías tradicionales en las que la bebida principal es el té de hierbas. Se cree que su ingesta ayuda a mantener  una temperatura corporal adecuada. Cada tienda tiene sus propias recetas. Unas tiendas que no dejan de tener clientes a cualquier hora del día. El té de hierbas plantando cara a los refrescos. Sin duda no es más popular que la Coca Cola pero es una práctica que siguen realizando a diario miles de personas. 

Manjares y ahuyentadores del mal

Y si se sigue bebiendo té de hierbas, el dim sum es la estrella de la gastronomía en Hong Kong. Lo podríamos traducir como “tocar el corazón”, y desde la primera vez que pruebas alguna de sus interminables especialidades, sientes como más que el corazón te toca el alma. De entre todos los placeres de la ex colonia británica, los dim sum son sin duda una de sus joyas. Joyas que no se lucen sino que se comen, y lo ideal es hacerlo en grupo para poder disfrutar así de cuantos más platos mejor. Se presentan en los típicos recipientes de bambú y, por lo general, aunque admitan cualquier tipo de bebida, lo normal es disfrutarlos con té. En Hong Kong el ir a comer dim sums se denomina “yum cha”, lo que literalmente significa “beber té”. Ya sea en un restaurante pequeño y tradicional, o en algunos de los restaurantes de lujo que hay por la ciudad, comer estos pequeños manjares es siempre un espectáculo y una experiencia gastronómica sublime. Sin duda una de mis aficiones preferidas en el Puerto Fragante que practico cada vez que puedo. 

Paseando por el barrio de Causeway Bay, uno de los más famosos, modernos y de tiendas más concurridas, nos encontramos bajo un puente (punto feng shui ideal para ahuyentar los malos espíritus) con “los golpeadores profesionales”, por lo general señoras, muchas ya mayores según observo las veces que por allí paso. Ellas ayudan a deshacerte de los problemas que tengas, ya sean de salud, o en forma de gente que te hace la vida difícil. Por unos 5 euros las golpeadoras realizan un ritual que incluye la quema de incienso y el golpeo con un viejo zapato de un papel en el que está escrito el nombre de tus problemas. Asunto resuelto, fuera disgustos y a disfrutar de nuestra vida por una pocas monedas. Una caja de aspirinas.

Una ciudad moderna muy tradicional

La lista es prácticamente interminable, o al menos debería incluir cientos de cosas que forman el patrimonio cultural de la ciudad. Las plegarias en los templos, los adivinos, las ofrendas funerarias de papel, el mahjong o los andamios de bambú, nos sorprenden en nuestros primeros paseos por Hong Kong, pero a las que con el transcurrir del tiempo nos acostumbramos, y terminamos por ver como lo más normal y natural del mundo. Siendo Hong Kong una de las ciudades más modernas, el poso tradicional y la herencia cultural en la que se sostiene es mucho más grande de lo que se podría pensar. 

La tradición y la modernidad, el pasado y el presente, pero sobre todo las culturas, no sólo occidental y oriental, sino un abanico interminable de ellas, en Hong Kong van de la mano y sin ningún tipo de conflicto. Se enriquecen y se complementan haciendo una ciudad variada y deslumbrante como hay pocas en el mundo.