Edward Ned Kelly nació y murió en el siglo XIX en Australia y fue uno de los bandoleros más famosos de la época. Muchos de sus contemporáneos le consideraban un héroe, convirtiéndose en protagonista no sólo del folclore del país sino también de novelas y películas de cine. Hay incluso un museo dedicado al personaje que muestra sus armas y utensilios.

Comienza su historia conocida cuando después de un altercado y su posterior persecución mata a tres policías y decide, junto a su cuadrilla, convertirse en proscrito. Otros cuentan, como una vez muerto su padre y debido a las dificultades económicas de la familia fue detenido a los 13 años por el robo de unas reses. Cuenta también la leyenda que hirió a un policía cuando defendía a su hermana y esto dio comienzo a su época de forajido junto a un hermano y otros dos amigos. Una época en la que para evitar el acoso de la policía fueron ayudaos por campesinos durante un tiempo. La suerte no les sonreiría siempre y una vez detenido, en el que sería su último enfrentamiento con la autoridad, fue colgado en 1880 en Melbourne Gaol. Según cuentan las crónicas, sus últimas palabras fueron “así es la vida”.

Hace 44 años, en 1972, lo que para Hong Kong equivaldría a una eternidad, abría sus puertas en Kowloon (Ashley Road) un 18 de diciembre el bar más longevo, Ned Kelly´s Last Stand. Lugar de reunión de locales y turistas que disfrutan de su música en directo todos los días del año. Pub conocido en el mundo entero y por donde han pasado y tocado personalidades como: Sergio Mendez Band, Jimmy Rogers, Kenny Ball & His Jazzband, Winifred Atwell, Rosemary Clooney, Kay Starr, Matt Monroe, Charlie Barnet, Bob Wilber, The Imelda May Band, Kenny Martyn, The Tom Jones Band y muchos otros. No hay otro lugar en Hong Kong donde se disfrute la música en directo con tan buen ambiente. Un ambiente que envuelve el local y que te atrapa desde que escuchas los primeros acordes de la banda.

Que un lugar así siga abierto en el centro de Hong Kong puede considerarse casi un milagro. Que se pueda seguir disfrutando de una banda de músicos excepcional cada noche durante horas donde desearían tener una tienda todas las marcas de ropa, ralla lo increíble. Que durante más de cuarenta años no se haya perdido la esencia del lugar es algo que los jonkonitas y los que por allí pasamos deberíamos agradecer muy mucho. Uno de esos lugares con alma y que hacen a las ciudades mucho más habitables. Camisetas, hamburguesas y regalos puedes encontrar en cualquier sitio, pero bares con música en directo y mucho encanto son cada vez más difíciles de encontrar, sobre todo en la ex colonia británica.

Pocos sitios disfruto más una cerveza, varias o muchas, depende del día, que mientras escucho a The China Coast Jazzmen y Colin Aitchison. Me siento no como en casa sino mucho mejor. Y aunque parece que hace pocos años encontraron los restos del bandolero poco importa la osamenta, seguro que parte de su alma deambula por el local disfrutando como los demás de la música y del ambiente en un bar irrepetible.