Opera Cantonesa, un espectáculo sensorial
Los espectáculos nos acompañan desde los tiempos remotos, siendo una forma de entretenimiento y disfrute que tenemos los humanos. Una forma de evadirnos por un tiempo de la realidad que nos rodea. Cada país o cultura tiene una forma de representar sus espectáculos, y en Hong Kong, lo más popular y característico, ha sido la ópera cantonesa que después de unos años de leve letargo, renace estos días con gran vitalidad.
No sólo de entretenimiento se trata la ópera cantonesa, sino que en muchos casos los textos de sus representaciones llevan implícito lecciones o mensajes de gran calado “educativo”, de poca importancia en la actualidad pero sí en épocas pasadas en las que no había una educación generalizada entre la población. La ópera se utilizaba con frecuencia como medio de propaganda del emperador, enviando un mensaje para que el espectador le fuera leal. No sólo del mensaje se trata, sino que hay pocas representaciones artísticas que tengan comparación con la ópera china en belleza. Hablamos de un espectáculo atemporal, y en el que igual disfrutan los mayores que los niños. En otro momento veremos cómo el futuro de la ópera cantonesa está asegurado con una cantera increíble de artistas, que aun siendo niños ya demuestran gran interés y capacidad para su interpretación.
Una de las formas más importantes de la ópera china es la ópera cantonesa que se desarrolla sobre todo en la zona del sur, siendo populares además de en Hong Kong, también en Macao, Singapur o Guangdong. No voy a negar que la primera vez que oí hablar de la ópera cantonesa no me pareció lo más divertido del mundo. No entender nada en un espectáculo durante cinco horas no me llamó mucho la atención. Pasaron los años y por fin le di una oportunidad, o quizá me la dio la ópera a mí. Decidí ir a disfrutar todo lo que tenía que ofrecer, que no era poco, ya que no hablamos sólo de actuar, sino que un mismo arte aúna música, cante, artes marciales e incluso acrobacias. Algo tan completo no me podía dejar indiferente.
Entre bastidores y butacas
Pensando en mi visita decidí que también me apetecía ver los camerinos y cómo se prepara la función. Así que allí me encaminé. Ver cómo se maquillan los actores de una ópera cantonesa es un disfrute en sí mismo. Se necesita mucho tiempo y paciencia para poder mostrar tanta belleza en el escenario, así que tanto hombres como mujeres (hasta el siglo XX todos los roles eran interpretados por hombres), se dedican con empeño y dedicación a su labor de lucir perfectos.
Acaba el tiempo entre bambalinas y me siento en mi butaca a disfrutar (o eso espero). Pienso que será difícil al no entender nada de lo que allí se cuente (seguramente el argumento de la obra tenga que ver con la historia de China o con sus mitos clásicos), pienso que no captaré la cultura que se muestre en sus personajes y situaciones, que sólo podré intuir las muestras de lealtad, patriotismo o amor que allí demuestren los personajes. Pero también creo, y se confirma con el paso de la obra, que sin entender nada de lo que dicen, se puede disfrutar igualmente del maravilloso espectáculo. Que la belleza de los trajes, los escenarios y la música, no necesitan traducción ninguna. Me voy acoplando poco a poco en mi asiento y del escenario mi mente viaja hasta tiempos lejanos. Tiempos remotos de emperadores, de palacios imperiales y de filósofos con barbas prominentes. Un tiempo en que en China no había fábricas low cost.
Puede parecer que la ópera cantonesa sea aburrida o pesada, o que no sea para nosotros, pero asistir al menos una vez nos dará una idea de lo que nos hemos estado perdiendo o de lo que nos seguiremos perdiendo en un futuro. Además de formar parte de la lista de la UNESCO como Patrimonio Cultural Inmaterial, asistir a alguna de sus representaciones es una forma de sumergirnos en la cultura jonkonita (quizá más antigua) a través de trajes coloridos, montajes extravagantes y de una forma de cantar única en el mundo.
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