Un día más vuelve a amanecer. No es ninguna sorpresa pero es una alegría. Da gusto empezar una nueva jornada. Y da más gusto aún si entre tus planes está visitar una ciudad amurallada de Hong Kong. Esas grandes desconocidas pero que para mi son lo más atractivo de la ciudad. Los rascacielos puede que sean espectaculares y que sean vistosos y eso, pero donde esté una muralla de piedra que se quite todo el cemento del mundo.

En mi caminar voy imaginando rascacielos construidos en piedra. Imagino también cómo sería la vista de la bahía con edificios con forma de muralla o de fortaleza…y despierto con el pitido de un taxi que se aproxima hacia mi por el carril contrario. Por el carril contrario iba yo andando quiero decir. Lo malo no es que después de muchos años siga equivocándome con la circulación en Hong Kong, lo peor es que ahora ya me lío y me equivoco en cualquier lugar del mundo.

La villa de los Tsang a «los pies de la montaña»

Hoy la idea es acercarse hasta Tsang Tai Uk (del clan de los Tsang, algunos de ellos todavía residentes), quizá la villa no más espectacular de la ciudad pero igualmente atractiva y de las mejor conservadas. Siguen relucientes sus torres de vigilancia, y en funcionamiento su sala ancestral y sus pozos de agua para el abastecimiento (al menos uno se sigue utilizando hoy día).

El nombre parece provenir de Tsang Koon Man (comerciante y cantero de éxito) y cuenta con unos 300 residentes que no celebran tu vista con alegría y alboroto pero que se han acostumbrado a que haya extraños por su patio observando su histórico lugar de residencia.

Además de su nombre actual, Tsang Tai Uk, (“Gran Casa de los Tsang”) también se le conoce como Shan Ha Wai (“Villa Amurallada a los Pies de la Montaña”) y para cruzar la fortificación se puede hacer por alguna de las tres puertas de entrada que todavía conserva. Construida en el siglo XIX por migrantes Hakka del clan Tsang, hoy es fácilmente accesible a pie desde las estaciones de metro de Che Kung Temple o Sha Tin Wai.

Una vez terminada la visita de la sala ancestral, recorrido el patio y observado las puertas de las casas, y después de asomarme al pozo a mirar (parece instintivo lo de ver un pozo y asomarse como si uno fuera a encontrarse un tesoro o un marciano), salgo con esa sensación de haber visitado un lugar con alma y carácter. Un lugar no sólo con mucha historia sino con gran presente.

Antes de volver sobre mis pasos, siento la necesidad de observar el edificio en toda su magnitud. Camino unos minutos ladera arriba y quedo fascinado de como se ve la fortificación con un poco de perspectiva. Una vez más, una villa amurallada de Hong Kong me ha vuelto a fascinar.