Llegar a Hong Kong y aterrizar en Hung Hom no es lo normal. Ni es de los barrios más populares ni mucho menos de los más turísticos; de hecho, creo que hay muy pocos visitantes que aparezcan por allí. Diría más, ni muchos locales van, a no ser a comer o porque se hayan perdido. Sin embargo, he pasado en Hung Hom una temporada (que llegó a ser casi una década) de lo más agradable. Tanto es así que llegué a sentirme parte del barrio y si alguna vez vuelvo a Hong Kong, seguramente será uno de los primeros lugares donde vaya.
Sus templos, sus restaurantes, sus puestos callejeros, sus tiendas cutres, la estación de tren, los mercados de comida, los masajes (de pies, aunque de los otros puede que también los haya, según me contaron), pero sobre todo, la vida del barrio. Estás en Hong Kong y sin embargo, estás muy lejos de la vida jonkonita que la gente imagina (y que sale por la tele… ¡cuánto mal están haciendo los programas de TV de viajeros por el mundo!); hasta los centros comerciales tienen un punto de auténtico: el barco gigante que he visto durante años encallado entre bloques de viviendas resulta que no es tal sino un centro comercial. Pues sí, en Hung Hom también hay grandes centros comerciales y tiene apariencia de barco como una forma de recordar los grandes astilleros que tuvo el barrio en el pasado.
Quizá el no tener nada especial sea lo que haga el sitio peculiar y habitable; vivir en Hong Kong en un barrio donde no abundan los extranjeros al principio puede resultar chocante e incluso complicado, pero terminas por acoplarte, además aunque los gwilo digan que los chinos son raros, lo que es seguro es que los raros somos nosotros, al menos en su país; cada uno tiene sus rarezas y en tu casa las tuyas no lo son, lo son las de los demás. No me fui a vivir tan lejos para estar rodeados de americanos, europeos o australianos.
Llegué pensando que Hung Hom sería una cosa pasajera, que me mudaría a otro lugar más atractivo al cabo de un par de meses, y sin embargo me quedé allí encantado durante años, sintiéndome parte del barrio. Fui durante casi una década un habitante más de entre los que allí habitan. Habrá otras publicaciones sobre lugares pintorescos, históricos o culturalmente más ricos, pero se me hacía difícil empezar el blog y no comenzar mostrando, aunque sea en una pincelada, el barrio en el que habité durante mi estancia en la ex colonia británica. Quizá vayas a Hong Kong alguna vez, o tal vez vivas allí, y nunca lo visites; no pasa nada, no te echarán en falta. Puede que no llame la atención y pienses que no hay nada que hacer en el barrio de la estación, aparte de coger el tren camino a China, pero lo seguro es que fue no sólo mi casa sino mi hogar. Los habrá más modernos, con más encanto, con más historia o más de algo que no hay en Hung Hom, eso seguro, pero si volviese a vivir a Hong Kong, no me viene a la cabeza mejor sitio a donde ir.