Resulta que en Hong Kong hay barrios muy interesantes, en los que los extranjeros no están por todos los lados. Sham Sui Po (literalmente bahía de aguas profundas) es ese barrio en el que me hubiera gustado vivir pero al que voy sólo de visita, aunque sea muchas veces. Es el barrio que crees que mejor representa a Hong Kong, al menos el Hong Kong que a mi más te atrae; el barrio que no necesita expatriados ni centros financieros ni estarbaks para saber que es el centro y alma de la ex colonia. Tiene de todo Sham Shui Po, sobre todo tienes sensaciones, tan difíciles de encontrar en otros lugares. Si pasas por Hong Kong y no vas a Sham Shui Po, te habrás perdido gran parte de lo que tiene que ofrecer para ti este territorio. Sus tiendas de ropa, de textiles o de piedras, de electrónica o de componentes, herramientas y accesorios, mercados de todo tipo; por la mañana y por la noche; cosas nuevas, de segunda mano (incluso pasta de dientes empezada)…; cualquier cosa que puedas imaginar, allí está. Puede resultar un poco caótico, no lo niego, pero esa es la gracia del lugar. Para encontrar estanterías pulcras y ordenadas ya están los centros comerciales; uno va a Sham Shui Po a comprar pero también a sentir y disfrutar del lugar.

Las estadísticas dirán que tiene los ingresos más bajos de Hong Kong y la edad media más alta, que muchos de los inmigrantes (que no expatriados, que aun siendo inmigrantes lo son menos) que van a Hong Kong terminan viviendo allí, que es caótico y desordenado, que los edificios son viejos y que necesita una puesta a punto; es eso precisamente lo que hace el barrio especial: poder ver todavía edificios característicos e históricos de lo que fue el Hong Kong de hace unas décadas y que está desapareciendo a pasos agigantados, perderte por sus calles y mercados o, simplemente, ir a comprar algo y aprovechar para disfrutar mirando a tu alrededor un barrio (que, me temo, tendrá otro aspecto en poco años). Por tener, tienen hasta una tumba con al menos 2000 años, el lugar más antiguo de Hong Kong.

Siento un encanto especial en Sham Shiu Po, un sentimiento de pertenencia al barrio como no veo en otros barrios de Hong Kong, un atractivo urbano que atrae y atrapa; quizá no la primera vez que lo visitas sino poco a poco. No es un amor a primera vista el que tuve con el barrio, sino un amor a fuego lento; cuanto más lo descubro, más me gusta y enamora. Esperemos que en las sucesivas renovaciones que sufra sólo le hagan lavados de cara, y le dejen el alma intacta. Esperemos.