Cae la noche y Hong Kong tiene una atmósfera diferente. Las luces de neón han hecho su aparición y las calles adquieren una tonalidad peculiar. Podríamos hablar de una ciudad completamente distinta. Una urbe que continúa  siendo bulliciosa pero en la que los actores ahora son otros. Unos protagonistas que llenan de vida sus calles y que hacen de la noche en la ex colonia británica un momento más que interesante. Me olvido de los bares de copas más concurridos y populares, y de los barrios más transitados, sobre todo por occidentales, y paso las horas contemplando dos de los mercados más auténticos de Hong Kong. Por un lado el mercado nocturno de Sham Shui Po, y por otro, el mercado de la fruta de Yau Ma Tei.

Sham Shui Po, un barrio con alma

Sham Shui Po es sin duda uno de los barrios con más alma de Hong Kong. Un barrio muy comercial pero lejos de lo que son los centros comerciales. Un comercio de tienda pequeña, de los de antes. Por el día es un hervidero de tiendas y puestos donde encontrar todo aquello que podamos imaginar. Por la noche adquiere un tono diferente, más oscuro, más enigmático, a años luz de lo que es Central en la isla. Siendo los dos territorios de Hong Kong, en nada se parecen.

En la rica, opulenta e internacional Hong Kong, también viven personas que lo pasan mal, y son muchas. Personas que no es que no lleguen a fin de mes, sino que les cuesta incluso empezarlo. Sham Shui Po puede que sea uno de los barrios más castigados y el mercado nocturno es un claro reflejo. En los puestos de las calles (ilegales, lo mismo que el mercado nocturno en si) se pueden encontrar todo tipo de objetos usados, pero ver en venta un tubo de pasta de dientes empezado choca y da que pensar. Tanto el vendedor como el posible vendedor no pueden estar pasando por una buena racha. Es sólo un ejemplo, lo que más prolifera por los puestos situados en las aceras son cables, aparatos electrónicos deteriorados, cazuelas, ropa, zapatos o enseres de casa. Todo usado, claro.

Unos puestos que según me cuentan, pertenecen a gente sin recursos, quienes consiguen los productos en la basura. Unos productos abandonados por gentes que no los necesitan y se deshacen de ellos. Unos productos que les permiten ganar unos dólares cuando llega la noche y consiguen venderlos. Una forma de vida sin la cual tendrían imposible la subsistencia. Hablamos del mercado nocturno de Sham Shui Po, pero de lo que hablamos realmente es de las personas del mercado, no hay que olvidarlo. Y personas que no disfrutan de una vida acomodada.

En mis varias visitas al mercado nocturno he disfrutado de pasear entre un mercado único en Hong Kong. Un mercado con un ambiente que podríamos denominar peculiar. Los puestos en el suelo, la poca luz, la tranquilidad con la que la gente recorre la calles (en oposición a las prisas que hay por la mañana en la misma zona) hacen del paseo por las calles de Sham Shui Po de noche algo mágico y un tanto enigmático. Un mercado que nos ofrece una visión de Hong Kong que quien no ha pasado por allí no puede ni siquiera llegar a imaginar. Un Hong Kong auténtico que se niega a desaparecer o a ser engullido por ese otro Hong Kong más popular y conocido. Ese Hong Kong que es el que prefieren mostrar en las guías de viaje o el los programas de turismo. Tan Hong Kong es uno como el otro, pero Sham Shui Po tienen mucho más encanto. Ese encanto de la autenticidad, del vivir como se siente sin pretensiones de grandeza, sin falsas apariencias. Un vivir donde la comunidad sigue siendo mucho más importante que el negocio o el dinero.

El mercado de la fruta de Yau Ma Tei

Para completar la noche de visitas a mercados no hay mejor opción que acercarse al de la fruta. Otro de los mercados por los que se acercan pocos occidentales pero que resulta de lo más entretenido. Situado justo al lado del teatro de Yau Ma Tei, ofrece un ambiente diferente, muy diferente, al mercado de Sham Shui Po pero igualmente atractivo.

El mercado fue fundado en 1913 y desde entonces abastece de fruta a gran parte de la ciudad. Un lugar histórico y lleno de historias. Unas historias que suceden cuando la mayoría de los jonkonitas se han ido a dormir. Desde que el sol se pone, y en especial a partir de media noche, y hasta que sale el sol, el mercado de la fruta es un ir y venir de camiones, cajas y gentes, con la fruta como actor principal.

Encuentro mientras recorro los diferentes puestos, o almacenes, frutas de todo tipo y de orígenes diversos. Naranjas, manzanas, fruta del dragón, fresas o cerezas. Muchas vienen de China pero se encuentra también de Estados Unidos, de Japón o de España y de muchos otros lugares del planeta, alguno de ellos remoto. Productos que irán a parar a los mercados distribuidos por todo el territorio, menos a las estanterías de los supermercados. También se puede comprar en pequeñas cantidades y mucha gente aprovecha para acercarse al mercado y conseguir la mejor fruta y el mejor precio. No es una tienda pero hace las funciones para quien así lo desee. Mientras observas el ir y venir con sus carretillas a tipos descamisados luciendo sus tatuajes, puedes comprar un quilo de naranjas para llevarte a casa.

Más de cien años vendiendo fruta en uno de los barrios más animados de Hong Kong. Un barrio que cambia de aspecto por la noche y que da cabida al mercado de la fruta. Un mercado que tienen un futuro incierto debido al auge de los supermercados. Las ventas cada año son menores y menores son los trabajadores y vendedores. Nadie puede predecir el futuro del mercado. El pasado sí se sabe. Un pasado un tanto turbio en los 70 del siglo pasado cuando el mercado tenía una mala reputación debido a las drogas y a las mafias que operaban en la zona. Una influencia que se perdió poco a poco hasta desaparecer con el comienzo del siglo XXI. Lo único cierto hoy en día es que en el mercado la gente trabaja muy duro y muchas horas, unas horas en las que la mayoría de la gente duerme.

Tanto el mercado nocturno de Sham Shui Po como el mercado de la fruta de Yau Ma Tei son dos de los mercados más genuinos de Hong Kong. Unos mercados reales para gente real. No se piensa en el visitante (y mucho menos si no es jonkonita) y no se le regalan sonrisas más que en contadas ocasiones. Son parte de la historia de la ciudad que habría que preservar pero que tienen ante sí un futuro mucho más que incierto. Ojalá ambos mercados tengan una larga vida, su desaparición llevaría consigo el desvanecimiento de una parte no sólo de la historia de Hong Kong sino también de su esencia y de su alma.