Las ciudades normalmente se ubicaban al lado de lugares donde hubiera agua. En el momento en que crecían, se necesitaba traer desde otros lugares para el suministro de la población. Los romanos idearon un ingenioso, y muy vistoso, sistema de canalización: los acueductos. El de Segovia es de los más populares e impresionantes del mundo, además de símbolo de la ciudad. 

Un acueducto obra del diablo

El agua, por lo general iba por canales de forma subterránea, sólo en algunos momentos, para salvar caminos o depresiones, se construyeron arquerías. Unas arcadas que han quedado en el imaginario como representación de lo que conocemos como acueducto (“que transporta agua”). De los más de quince quilómetros que tiene de longitud el de Segovia, sólo uno es de arquerías, el resto está bajo tierra. 

El acueducto de Segovia se ha conservado de forma extraordinaria. Una imponente construcción de mampostería en la que el equilibrio de fuerzas hace que los sillares permanezcan unidos. Más de ciento sesenta arcos de piedra granítica apoyados en ciento veinte pilares sin ningún tipo de argamasa. 

Destaca el acueducto de Segovia además de por su admirable estado de conservación, por estar situado en pleno centro de la ciudad. Unos arcos que han visto convivir en armonía, y no tan pacíficamente, a pueblos y religiones diversas. No se sabe con seguridad cuándo fue construido. Según los últimos estudios podría haber sido en los siglo I o II d.c., en los años finales del emperador Trajano, o los primeros de Adriano. Hay incluso quien sostiene que el acueducto no fue construido por los romanos sino por el mismo diablo. 

Cuenta la leyenda que una niña subía todos los días a por agua con un cántaro a lo alto de la montaña. Cansada de la pesada rutina diaria y harta de la situación, hizo un pacto con el demonio y le pidió que hiciera algo que evitara el fatigoso paseo. Éste le concedió el deseo a cambio de que si terminaba el acueducto antes de que cantara el gallo al amanecer, la niña le tendría que dar su alma. Tan sólo le quedaba una piedra por colocar para terminar la construcción cuando el gallo cantó. El diablo fracasó en su apuesta y la pequeña no perdió su alma. El hueco dejado por la piedra en falta hoy lo ocupa una estatua de la de la Virgen. 

La catedral y el alcázar

Pensamos en Segovia y se nos viene a la cabeza el acueducto, sin embargo en la ciudad brillan muchos otros edificios y monumentos. Por su importancia destacan dos sobre el resto: por una parte el Alcázar, y por otra la catedral. 

Ha habido tres catedrales a lo largo de la historia. La antigua se empezó a construir a comienzos del siglo XII. A la primera, situada cerca del Alcázar, le seguiría una posterior ya en el emplazamiento actual. Esta segunda sería destruida en las Guerras de las Comunidades (los “Comuneros” de Castilla, liderados por Juan Bravo, se sublevaron contra el emperador Carlos V, siendo Segovia la protagonista de la revuelta). Finalmente la actual, Nuestra Señora de la Asunción, construida en tiempos de Carlos I entre 1525 y 1577. Se trata de la muestra más tardía del gótico en España (junto a la catedral de Salamanca). 

El Alcázar de Segovia se comenzó a construir en el siglo XII como residencia del rey Alfonso VIII. Mezcla de estilos románico, gótico, mudéjar y renacentista, es uno de los edificios más peculiares y singulares del mundo.  Parece sacado de un cuento de hadas y ha servido de inspiración a palacios de las películas de Walt Disney. 

En cada época el Alcázar ha tenido una función diferente. En su historia ha sido además de palacio real también fortaleza, prisión o colegio de artillería entre otras funciones. Ha sido testigo de momentos cumbres de la historia de Castilla y de España. Aquí Alfonso X convocó las primeras Cortes Generales en 1256, Isabel la Católica salía del Alcázar para ser coronada reina en 1474, y Felipe II se casó con Ana de Austria en 1570. Uno de los edificios más singulares de la geografía española que en la actualidad es la sede del Archivo General Militar. 

Una ubicación espectacular, adaptado a la orografía de una roca y elevado en la confluencia de los ríos Eresma y Clamores, hace que luzca al observarlo desde la lejanía. Su situación estratégica le otorgaba unas defensas naturales que le permitían vigilar todo a su alrededor a una gran distancia. Hoy, ya sin necesidad de defensa alguna, nos permite disfrutar de unas vistas soberbias. Un palacio y una panorámica que hace que me recree imaginando en el alcázar historias de príncipes y princesas, de amoríos y caballeros, de siervos y señores medievales. 

San Juan De la Cruz, iglesias y conventos

Desde el Alcázar y sus alrededores podemos observar, en la distancia, la Iglesia de la Veracruz. Situada camino de Zamarramala, en el arrabal de San Marcos, se trata de uno de los ejemplos más singulares del románico español, con forma de polígono de doce lados. Se ha asociado su origen misterioso a los templarios y a los caballeros del Santo Sepulcro, aunque existen dudas sobre la autoría. 

En el Arrabal Mayor, fuera del recinto medieval, destaca la iglesia de San Millán. Posiblemente el templo más monumental de la ciudad (con unos cincuenta metros de longitud) y uno de los elementos más representativos del románico. Pudo ser construido en el lugar que ocupaba una iglesia primitiva de finales del siglo XI. Con influencias de la catedral de Jaca y del románico aragonés (Alfonso I “el batallador” rey de Aragón se había casado con doña Urraca) se trata de una de las iglesias más antiguas de Segovia. 

El convento de San Antonio el Real era el palacio de recreo de Enrique IV quien lo donaría a los franciscanos, pasando después a las clarisas (uno de los claustros es un hotel hoy día). También mandaría construir el rey castellano el monasterio de Santa María del Parral, destacado por sus preciosos claustros y lugar donde se encuentran las tumbas de los marqueses de Villena y de su hija. 

En Segovia descansa eternamente San Juan de la Cruz. Trasladados sus restos desde Úbeda, en la actualidad reposan en un mausoleo en el Monasterio de Carmelitas Descalzos, fundado por el propio místico en 1558. 

Muralla, monedas y Antonio Machado

Diferentes pueblos y culturas han habitado Segovia a lo largo de su historia. En un asentamiento celtíbero se instalarían los romanos, recibiendo en los siglos siguientes a visigodos y musulmanes. Finalmente, la repoblación castellana comenzaría a finales del siglo X impulsada por Raimundo de Borgoña (yerno del rey Alfonso VI). 

La muralla posiblemente tenga su origen a finales de la presencia romana en
Segovia. Un primer trazado que se iría ampliando y reforzando con el transcurrir de la historia hasta perder su función original. Sus puertas y postigos siguen siendo puntos de acceso a la ciudad aunque ya no haya que pagar derechos de portazo para atravesarlos. 

Todos los pueblos que se asentaron en Segovia utilizaron su muralla. Romanos, árabes y cristianos defendieron la ciudad con ella. Con unos tres quilómetros de longitud, aun mantiene tres de sus cinco puertas originales (San Cebrián, San Andrés y Santiago). Cerca de la de San Andrés está el punto de Información Turística de la ciudad y desde allí se puede acceder a un tramo de la muralla y disfrutar de las preciosas vistas. 

Se encuentra en Segovia una de las primeras construcciones industriales de Europa, la real Casa de la Moneda, fundada por Felipe II en 1583. Localizada extramuros de la ciudad a las orillas del río Eresma fue construida por el popular arquitecto de la época Juan de Herrera. 

Caminando por la parte antigua nos encontramos con un edificio diferente, peculiar. La Casa de los Picos, construida a finales del siglo XV por Don Pedro López de Ayala. Casa fortificada que en la actualidad alberga la escuela de artes y oficios de Segovia. Se dice que fue Juan de la Hoz, regidor y judío converso, quien mandó añadir los picos a la fachada (otorgan un aspecto diferente según la hora del día que los contemplemos) en forma de diamante para evitar que siguieran denominando al edificio “la casa del judío”. Parece que consiguió su propósito. 

Durante doce años vivió Antonio Machado en Segovia en un edificio que hoy se ha convertido en Casa-Museo. Una humilde casa de huéspedes en la calle Desamparados que muestra en su interior el modesto mobiliario y los objetos de uso cotidiano del poeta, así como retratos y esculturas de autores como Picasso. 

El Barrio judío de Segovia

La aljama de Segovia era de las más numerosas e importantes de Castilla. La puerta que daba acceso a la judería era la de San Andrés, por la cual también salían en dirección al antiguo cementerio hebreo, situado en el Pinarillo (las vistas de la ciudad desde allí son magníficas). 

El barrio judío segoviano conserva sus estrechas calles y sus pasadizos. Camino por la judería de Segovia y lo hago por su historia, un viaje por la cultura sefardí. Un trazado urbano que se conserva casi igual a como era hace siglos. Unas calles que nos ayudan a evocar la época en la que los judíos habitaban en Segovia. 

La actual calle de la Judería Vieja (eje principal en época de los judíos) nos lleva al corazón del antiguo barrio donde encontramos construcciones típicas de la época, en las que se utilizan piedra, adobe y madera. Calles con un poso medieval que lucen restauradas de forma espléndida. Un barrio abandonado hace años y que hoy luce un aspecto pulcro y cuidado. Casas rehabilitadas, fachadas relucientes, estrechos corralitos y callejuelas evocadoras. Un barrio con alma. 

Las sinagogas (la aljama segoviana llegó a tener cinco sinagogas, pasando a manos cristianas una vez los judíos fueron expulsados) o bien fueron derruidas o convertidas en iglesias. Lo que hoy día es el convento del Corpus Cristi está ubicado en lo que fue la antigua Sinagoga Mayor, el centro religioso más importante de la comunidad judía de Segovia. A finales del siglo XIX fue arrasada por un incendio perdiendo yeseras y artesonado (conservados de la antigua sinagoga) por las llamas aunque su estructura nos sigue recordando su pasado hebreo. 

Para conocer su historia y sus costumbres una visita al Centro Didáctico de la Judería (situado en un edificio que fue propiedad de Abraham Seneor, uno de judíos más influyentes de Castilla) es de gran ayuda. Una visita que nos permite tener una amplia visión de la comunidad judía, comprender y hacernos una idea de cómo se relacionaban, sus costumbres, festividades, el calendario que seguían o las migraciones del pueblo judío. 

Los paños y la industria textil

Las ovejas, en concreto su lana, serían de gran importancia para el crecimiento de Segovia a partir del siglo XII. Situada en el camino de la trashumancia, la ciudad se convierte en un centro importante para el comercio de tejidos.

Los Reyes Católicos, y sus políticas económicas, ayudaron a que la industria textil tomase un gran impulso en Segovia. Se produce en el siglo XVI un desarrollo económico y social lo que conlleva un importante crecimiento demográfico. En la ciudad se asentarían tanto nobles como funcionarios y burgueses. 

La industria textil convirtió a Segovia en la principal foco fabril castellano, incluso llegando a denominarla “la ciudad de los paños”. Una historia que viene de lejos pero que desde finales del XV hasta mediados del XVI alcanza un auge nunca visto. Las ovejas trashumantes eran esquiladas en la zona y producían una lana de calidad excelente, con fama en todo el continente, en una época en que era una de las materias principales en Europa.

Una industria textil que empleaba una masa laboral enorme en la que se incluían tejedores, cardadores o tintoreros entre otros oficios. Llegó a haber unos seiscientos telares, y a principios del siglo XVI Segovia contaba con unos quince mil artesanos. La industria pañera era el principal sector económico del que dependían la mayoría de las familias de la ciudad (se habla de que el 75% de la población se dedicaba a la industria y la artesanía, siendo el textil el que emplease a la mayoría). Se fabricaban paños no sólo en gran cantidad sino de excelente calidad. Paños que se exportaban a lugares como Flandes o América. 

La época dorada del textil, y de los paños, comienza su declive a principios del siglo XVII. Se trató de evitar el declive pero sin éxito. La ciudad perdió importancia, y sólo recuperaría la pujanza en el siglo XX. 

Segovia Patrimonio de la Humanidad

Además de valorar sus edificios más representativos, la UNESCO tuvo en cuenta para su inclusión en la lista de Ciudades Patrimonio de la Humanidad (1985) la complejidad histórica en el diseño del casco antiguo y del desarrollo arquitectónico. Valoró la diversidad cultural, encontrando en Segovia una variedad de edificios, tanto civiles, como militares o religiosos, construidos en diferentes estilos que reflejan esa variedad. 

Segovia es su acueducto, su alcázar, sus iglesias y sus calles, la catedral y el precioso paisaje, su entorno y sus arboledas. Segovia son sus monumentos, edificios y su pasado esplendoroso de nobles y reyes. Sin embargo es mucho más. 

Segovia es Alfonso X estudiando el firmamento, es Quevedo inspirándose en sus calles y sus gentes al escribir el Buscón don Pablos, es Isabel I (la Católica) proclamada Reina de Castilla, son Santa Teresa y San Juan de la Cruz, los Comuneros como Juan Bravo, es Maria Zambrano, es Antonio Machado dando clases de instituto y asistiendo a tertulias… y son muchos otros que han hecho, y hacen, que la ciudad sea un lugar maravilloso en este presente cargado de historia.