Sevilla es el color
Pocas ciudades hay donde se mezclen tan bien historia y modernidad. Pocas ciudades con tanta belleza, tanta tradición y tan flamantes. Casi ninguna con sus espectaculares y emotivas celebraciones. No sólo tiene un color especial sino que Sevilla es el mismo color.
Sus barrios más populares y flamencos como Santa Cruz o Triana, conviven con las zonas más nuevas. La cultura se mezcla con el ocio sin perjuicio de ninguno de los dos. Un río navegable hace que nada falte en la ciudad. Una Torre del Oro que hace del río y su orilla un todo indivisible. Una torre de la que se cuentan leyendas de azulejos, lingotes de oro y de plata, cuando su brillo dorado sobre el río puede ser la explicación de todo. Construida en 1221, lleva ocho siglos recibiendo y despidiendo a las embarcaciones que pasan a su lado.
Debido a la televisión, y en concreto a la serie de Juego de Tronos, los Reales Alcázares se han convertido en un lugar de peregrinación. Situado en el mismo centro de la ciudad, una vez cruzamos y entramos por alguna de sus puertas, nos introducimos en un oasis de tranquilidad, una auténtica maravilla arquitectónica. Deambular por sus palacios y por sus jardines es hacer un recorrido histórico de varios siglos. Ruta que nos acerca Abderramán III hasta el reino de Dorne con sus jardines del agua. Posiblemente además de bellos, sean los palacios reales más antiguos de Europa.
Judería sevillana
Una de las juderías mejor conservadas de España la encontramos en Sevilla. El actual barrio de Santa Cruz fue morada de judíos durante la Edad Media. Calles laberínticas se cruzan sin aparente orden. Calles y callejones que invitan a recorrer el barrio de forma pausada, dejándose perder y disfrutar de sus plazas y tabernas. Los recovecos y la estreches de sus calles pueden hacernos pensar en un lugar opresivo, pero nada más lejos de la realidad. Los paseos por la antigua judería sevillana son de lo más apacibles y tranquilos. Paseos que nos acercan a siglos lejanos, siglos de convivencia entre las gentes que profesaban diferentes religiones, pero también a momentos de gran conflictividad donde los judíos sufrieron persecuciones y linchamientos. El diferente siempre ha cargado con las culpas de aquello malo que nos acontece. Y los judíos sevillanos eran los diferentes de la época.
La catedral gótica más grande del mundo
La catedral sevillana es imponente, siendo la catedral gótica con mayor superficie del mundo. Ahí es nada. Construida sobre una mezquita que fue transformada en iglesia cristiana. Se trata de cinco siglos de obra constante, un auténtico monumento vivo que se ha ido forjando con los siglos. Lo mismo que la ciudad, la catedral ha ido sufriendo transformaciones y puestas al día. La UNESCO decidió declararla Patrimonio de la Humanidad en 1987 junto a los Alcázares y el Archivo de Indias. Seguro que el patio de los naranjos, herencia de la mezquita almohade, ayudó a conseguir tal distinción. Un patio totalmente integrado a la catedral y unido a ella.
La giralda, imponente, sirve de punto de referencia en mis paseos por la ciudad. Hablamos del campanario de catedral más famoso del mundo, orgullo de Sevilla y sevillanos. Hace más de 1000 años, cuando fue construida, su función original era llamar al rezo a los fieles (fieles musulmanes). La antigua mezquita desaparece, pero el antiguo alminar se respeta. Actúa además de mirador, una vez culminamos una interminable subida hasta lo más alto. Merece muy mucho la pena, las vistas de Sevilla que ofrece desde lo alto la Giralda son impresionantes. Ver toda la ciudad a vista de pájaro no tienen precio más allá del esfuerzo realizado. Bien es cierto que la subida misma por sus rampas es toda una experiencia. Y para coronar la Gioralda, el Giraldillo, que se mueve según sopla el viento.
Escritores en Sevilla
Caminando por las calles que rodean la catedral imagino a Cervantes disfrutando de los mismos lugares. Incluso charlo con él sobre sus vivencias en la ciudad a finales del siglo XVI, primero como Comisario Real de Abastos, y años más tarde como presidiario. Seguramente, aunque él no me lo confirme más que de forma prologada, escribiría en la cárcel sevillana algunos pasajes de su Quijote.
No es Cervantes el único escritor ligado a la ciudad. Muchos otros también lo están. Así por ejemplo, la infancia de Antonio Machado siempre estará ligada al Palacio de Dueñas, donde nació en el año 1875, y donde su familia vivía, no porque fuera adinerada o noble (el palacio era propiedad de la Casa de Alba), sino porque en la época era normal alquilar dependencias en las zonas que la aristocracia no utilizaba, y los padres de Machado pudieron arrendar allí una vivienda. El Palacio de Dueñas quedará desde entonces en la memoria del gran poeta.
“mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla,
y un huerto claro donde madura el limonero;
mi juventud, veinte años en tierras de Castilla;
mi historia, algunos casos que recordar no quiero.”
Sevilla, un auténtico festín para los sentidos.
Es Sevilla una ciudad con estilo propio. Ese estilo que le viene por sus veintiún siglos de historia, y por haberse sabido adaptar a los tiempos. Pocas ciudades pueden presumir de haber sido durante un siglo el centro del mundo conocido (siglo que abarca desde mediados del XVI hasta mediados del XVII). Todo el oro que venía de las Indias se administraba en Sevilla, una afluencia de riquezas como no se había visto antes y como no se volvería a ver. Oro por cierto, que no se guardaba en la Torre del Oro como dice la creencia popular.
Caminar por Sevilla es una delicia, el trazado y la falta de grandes desniveles hace que podamos recorrer la mayor parte de la ciudad a pie sin ningún problema. Si no somos de andar, la bicicleta es otra opción que tiene mucho éxito (y mucho respeto) en la ciudad, aunque el transporte que de verdad luce en la capital andaluza son las calesas. Para algunos quizá un turismo rancio, pero para otros la mejor forma de recorrer la Sevilla. Sin duda la más visual.
A pie, en bici o en calesa, hay que llegar hasta la Plaza de España. Situada en el Parque de María Luisa y escenario de películas como la Stars Wars. Una maravilla de plaza, sin duda una de las más bonitas del mundo. Las baldosas a su alrededor, nos cuentan la historia de España, siendo el conjunto entero simplemente espectacular. Construida para la Exposición Iberoamericana de 1929, su majestuosidad es hoy una de las imágenes de Sevilla. Imagen de la que Alfonso XII al contemplarla dijo, “señores, yo sabía que esto era bonito….pero no tanto”.
Como no podía ser de otra forma, también Sevilla tiene sus edificios controvertidos. Una de las nuevas incorporaciones al espacio urbano sevillano fue el Metropol Parasol, o las Setas de la Encarnación, considerado el nuevo símbolo de la ciudad. El edificio construido en madera, como no podía ser de otra forma, generó controversia. Se trata de un edificio moderno rodeado de edificios clásicos, en el casco urbano sevillano. Jurgen Mayer, berlinés, diseñó una obra transgresora, realizada en madera sobre dos columnas de hormigón donde se localizan los ascensores que me suben hasta el mirador a 26 metros de altura. Mercado, restaurante, balcón mirador y bares al aire libre encontramos en el edifico. Y en lo alto, una pasarela transcurre por encima de los parasoles ofreciéndonos unas vistas magníficas, no sólo del casco histórico, sino de la ciudad entera. Con controversia o sin ella, en pocos sitos despido el día y saludo la llegada de la noche en Sevilla como desde las setas.
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