Temblaba el 26 de diciembre de 2003 la ciudad de Bam como pensaba que nunca lo haría. 6,6 grados en la escala de Ritcher fue lo que marcó el seísmo. Un seísmo que se llevaría miles de muertos y heridos, y que además de vidas humanas, convertiría en escombros una de las ciudades más fascinantes del mundo. Las espléndidas construcciones de adobe quedaban en pocos segundos convertidas en montones de barro.

Aunque según datos oficiales fuesen unas treinta mil personas (el doble según los habitantes), no sólo se trataba de pérdidas humanas y culturales, sino que también haría mucho más complicada la vida de aquellos que sobrevivieron. Se destrozaron los canales de riego, indispensables para la agricultura, y se llevó consigo la mayoría del ganado. La naturaleza convertía en un instante Bam en una sombra de lo que había sido.

Una majestuosa ciudadela de adobe

Arg-e Bam, situada junto al desierto de Dasht-e Lut en la provincia de Kermán, se trata de una de las más impresionantes ciudadelas del mundo. A pesar de que el devastador terremoto de hace años llevó a escombros buena parte de sus construcciones, sin embargo, vuelve a lucir espléndida. Majestuosa se eleva sobre la ciudad una ciudadela que me deja una sensación de asombro. Imagino lo que debió ser pero no alcanzo a hacerme una idea. Una ciudad construida en su totalidad con ladrillos de adobe utilizando una técnica autóctona de construir mediante capas (chineh). Una autentica maravilla de la humanidad.

A pesar del desastre natural, y gracias a la ardua labor de reconstrucción, puedo disfrutar en mi caminar por las antiguas calles de la ciudadela de sus torres, su antigua mezquita, e incluso de su antiguo barrio judío (sí, el poso judío en Irán es muy importante), los establos o el palacio del gobernador. Y en lo alto, lo que era su imponente ciudadela, similar, al menos en mi mente, a los castillos castellanos. Castillos castellanos levantados con piedras en contraste con la fortaleza de Bam, levantada enteramente en adobe. Sin duda uno de los ejemplos mejor conservados de la arquitectura y urbanismo antiguo en Irán.

Nos encontramos en una región desértica a unos mil quilómetros de Teherán. Bien pudiera tener sus orígenes y comenzar a ser habitada sobre los siglos V y VI a.C. durante el periodo aqueménida. Y bien pudo estar habitada hasta mediados del siglo XIX. Cuando llegamos hasta ella hoy, un tanto a desmano, no podemos imaginar que muchos siglos atrás estuviese situaba en una encrucijada de caminos, un lugar de gran tránsito de las rutas comerciales, siendo los productos más populares los tejidos de algodón y seda. La ciudad alcanzó su esplendor económico y cultural en la época medieval (entre los siglos VII y XI de nuestra era) con la Ruta de la Seda. Bam fue testigo de cómo fueron sucediéndose los imperios manteniéndose en pie  y manteniendo su importancia, al contrario de los que sucedió en la saqueada y desaparecida Persépolis. Ha habido diferentes “inquilinos” en la ciudad, incluyendo además de los sasánidas, a afganos, afsharidas o qajar.

Qanats, acueductos subterráneos

Parece difícil imaginar que una zona desértica pudiera albergar una ciudad de la importancia de Bam. “Al igual que muchas otras ciudades, no solo en la antigüedad sino también hoy día, se han podido desarrollar por los qanats” me comenta Amir, quien sería mi conductor y guía durante varios días por la zona. Los qanats, me comenta, son canales de riego subterráneo. Se canaliza el agua desde la montaña aprovechando la pendiente, para llevarla a sitios donde es utilizada para consumo y para el riego. Sin ellos Bam y muchos otros lugares de Irán no hubieran podido existir.

Los qanats todavía se siguen conservando y utilizando en algunas regiones de Irán. Una forma asombrosa y eficaz de traer agua desde las montañas hacia las planicies, muchas de ellas desérticas. Parecido a los acueductos romanos pero bajo tierra. Por la zona encontramos algunos de los más antiguos del país.

La reconstrucción de Bam tras el terremoto es lenta pero no se detiene. La dificultad es máxima teniendo en cuenta que se están empleando los métodos tradicionales de construcción, y que no se tiene toda la financiación que sería deseable para terminar los trabajos en un plazo de tiempo menor. Serán muchos años los que pasen hasta que podamos disfrutar la ciudadela en su máximo esplendor, pero ¿quién tiene prisa? Sin duda Bam se merece todo el tiempo que necesite para volver a lucir sus vistosos edificios de adobe.

Bam, posiblemente la fortaleza de adobe más grande del mundo

La fortaleza de Bam, posiblemente la mayor del mundo levantada en adobe, se construyó seguramente en el siglo X. Separada del resto de la ciudad por unos muros de unos siete u ocho metros de alto, disponía de casi 40 torres de vigilancia y una sola entrada, lo que otorgaba a la ciudadela una gran seguridad. Cerrando la puerta de acceso, la fortaleza quedaba asilada pero no desabastecida. Un gigante pozo de agua, jardines o animales ofrecían sustento a sus habitantes durante largos periodos en caso de asedio o necesidad.

Una obra de ingeniería impensable para la época. Una ciudadela que se trataba antes del terremoto de uno de los mayores atractivos turísticos de Irán. Tras el terremoto, los visitantes desaparecieron, pero parece que poco a poco, con el paso de los años y la reconstrucción, va recobrando la popularidad perdida. Declarada Patrimonio de la Humanidad en 2004, Arg-e Bam ha dejado recientemente de engrosar la lista de bienes amenazados. La reconstrucción va a paso lento pero la ciudadela ha dejado de estar en en peligro de dejar de existir.

En la ciudad se mezclaban los cuarteles militares y las casas de la élite gobernante, con otras construcciones que albergaban a las clases medias, comerciantes e incluso a familias menos favorecidas. Juntos pero no mezclados. Una ciudad planeada desde sus inicios, pensada para expandirse, en la que incluso sus edificios muestran cómo se fueron añadiendo elementos y no reconstruyéndolos. Una ciudad imaginada antes de construirse y que con el paso del tiempo, y según iba creciendo, no perdía ni su armonía ni el equilibrio. Un proyecto de ciudad que ni siquiera se realiza en muchas ciudades actuales.

Además de la Ruta de la Seda y su centralidad respecto de China e incluso del Imperio Romano, la prosperidad de Bam también tuvo su base en unas avanzadas técnicas agrícolas. Tras siglos en pie, no serían las luchas militares ni las conquistas políticas quienes “derrumbarían” Bam. Casi indestructible para los humanos, fue la naturaleza quien terminó destruyendo la ciudad. Un aviso para navegantes, y para gentes de interior.

Rayen, a la sombra de Bam

A pocos quilómetros y considerada la hermana pequeña de Bam, Rayen tiene una ciudadela igual de atractiva aunque de un menor tamaño. Además está muy bien conservada. Construida bajo el gobierno sasánida hace unos 1500 años, ha estado habitada hasta aproximadamente mediados del siglo XIX. Al igual que su “hermana mayor”, Rayen está construida completamente de adobe, lo que le otorga un aspecto y un color característicos. Se trata de dos ciudades de adobe que nos trasladan a tiempos pasados, a unos tiempos que nos traen a la mente aventuras, caravanas de la seda, viajes de negocios en los que la bisnesclas era en carromatos, y en la que la potencia se media en camellos además de en caballos. Bam y Rayen, Rayen y Bam, son sin duda unas de las ciudades más atractivas que se puedan visitar. Ya no está habitada, pero disfruta la ciudad de una historia y de un color rojizo como pocas otras ciudades pueden ofrecer.

Prácticamente sin visitantes y pasada por alto por los turistas, Rayen salió a la luz tras el terremoto de Bam cuando los viajeros, locales y extranjeros, repararon en su existencia. Al no poder visitar la ciudadela de Bam, se conformaban con Rayen. Incluso hoy día la mayoría, incomprensiblemente, tienden a visitar una u otra. Ni que fuera incompatible. “Si has visto ya Bam, no merece la pena visitar Rayen”, comentan algunos. Depende. Después de visitar Bam me acerqué hasta Rayen y me encantó. No se pueden comparar, pero Rayen ofrece un recogimiento y una intimidad que le otorga su reducido tamaño (si la comparamos con su “hermana mayor”) que hace que te sientas en casa.

Muy bien conservada, la ciudadela de Rayen guarda entre sus muros todos los elementos arquitectónicos que una ciudad podía tener en su época. Sus casas o palacios de los gobernantes, los templos religiosos (incluyendo una mezquita y un templo del fuego zoroastro), un gimnasio donde practicar el zurkaneh, zonas comerciales, o las casas de las diferentes clases sociales con su barrio para la nobleza y para las clases más populares. Aunque construida siglos más tarde que la ciudadela de Bam, también estuvo habitada hasta mediados del siglo XIX. Podría tener sus orígenes en la época de los sasánidas, pero las calles por las que camino, y los edificios que contemplo durante mi visita son construcciones del período islámico, principalmente de las era safávida y posteriores.

Era famosa Rayen por la producción de armamento y cuchillos. Una tradición que se trata de retomar mediante talleres. Una producción de armas hechas manualmente de gran calidad y que según los residentes, fue la razón por la cual Rayen ganara infinidad de guerras. Sea como fuere, los artesanos que continúan con la tradición mantienen viva la cultura de Rayen al mismo tiempo que se fomenta el turismo en la ciudadela. Con la vuelta de Bam a la escena turística seguramente Rayen vuelva a pasar desapercibida, o a un segundo plano, cosa de los tiempos. Eso sí, com visitantes o sin ellos, seguirá luciendo preciosa.