Una de las cosas más confusas respecto de Irán, sobre todo antes de visitarlo, es la religión. Pareciese que allí todo el mundo es musulmán, y además estricto en sus creencias y conductas. Poco se sabe de las otras creencias que se profesan en el país. De acuerdo, son creencias que podríamos considerar minoritarias, pero a día de hoy tanto zoroastros, como cristianos o judíos, tienen libertad de culto y pueden asistir a sus templos a rezar.

Puede parecer en principio que la vida de los judíos en Irán, y sobre todo tras la revolución de los ayatolás y de su enemistad con Israel, sea muy complicada. Sin vivir en Irán ni ser judío, poco puedo aportar sobre el tema pero aun así sentía curiosidad y fui en su busca. Con aquellos con los que hablé, sobre todo en Isfahán, me comentaron que llevaban una vida normal, que trabajaban libremente y que nadie les molestaba. Bien es verdad que en las dos sinagogas que visité, una en Shiraz (de la que me echaron por no estar permitida la entrada a turistas) y otra en Isfahán (donde me trataron como si fuera un judío más) los hombres se ponían la kipá una vez dentro y no la usaban por la calle. Supongo que será para no levantar sospechas o para evitar conflictos.

Judíos, una historia persa de más de 3000 años

La cifra no es oficial ni exacta, pero parece que unos 20000 judíos vivan en la actualidad en Irán, la mayoría de ellos en Teherán, donde hay al menos 12 sinagogas. Es cierto que el número de judíos ha ido descendiendo desde la creación de Israel, y desde la Revolución, por miedo a ser castigados por su religión. Una religión, la judía, que llevan practicando en Irán ahora, y antes en Persia, durante más de 3000 años de forma ininterrumpida. Se trata del país de Oriente Medio con mayor numero de judíos.

En la sinagoga de Isfahán, las chicas y señoras (vestidas con trajes iraníes modernos en vez de chadors) se sientan en la parte de arriba, mientras que la parte de abajo y principal está reservada para los hombres y las señoras de mayor edad. Durante el tiempo que paso el viernes al anochecer en la sinagoga no reparo que estoy en Irán. Nadie podría imaginar, por lo que recibe de los medios de comunicación, que se celebre el Sabbath en Irán y que acuda tanta gente. Sin duda una de las experiencias más reconfortantes de mi periplo por el país. Se produce la paradoja de que la República Islámica de Irán, con su retórica anti Israel (del que desean la aniquilación) tiene la población judía más importante de los países musulmanes.

Mis días, pocos para todo lo que tiene que ofrecer Isfahán, por la ciudad llegan a su fin, y por casualidad me entero que en un pueblo cercano, Pir-i Bakran o Linjan, hay un cementerio judío. Cementerio que sigue en uso en la actualidad pero que tiene tumbas con 2000 años de antigüedad. La información que consigo es confusa y no estoy seguro que pueda visitar el lugar, pero de todas formas decido acercarme e intentarlo. Su emplazamiento parece más o menos claro y consigo un conductor que me lleve al final del día hasta Abyaneh pero primero nos acerquemos al cementerio judío. Le suena a chino, pero de todas formas nos dirigimos hasta el pueblo, preguntamos y aunque no entiendo nada de lo que hablan (mi acompañante habla igual de fluido el inglés que yo el farsi) parece que el cementerio se encuentra tras una puerta metálica y que el responsable, o el que tiene la llave, no está. Era una de las posibilidades, que fuese al lugar y me quedase con las ganas. Pasan los minutos y nadie aparece por allí. Pregunta a varias personas y hace varias llamadas, pero nada. No desespero porque no ayuda en nada, pero tras una hora de espera pienso que quizá, y sólo quizá, no aparezca nadie y debamos continuar la marcha. Estoy en estos pensamientos cuando aparece un hombre sonriente, nos saluda y abre la puerta en la que llevábamos esperando hacia bastante rato.

Un cementerio judío milenario

El cementerio de Linjan, un pueblo a poco más de 29 kilómetros de Isfahán, es impresionante, quizá un poco destartalado pero impresionante. Recorro el lugar tranquilamente, sin nadie que nos moleste, caminando entre tumbas milenarias y entre otras más modernas. Me confirman que hay tumbas con inscripciones del siglo II después de Cristo. Por lo general me gusta pasear (de día siempre) por los cementerios, pero éste es especial. Es especial por tener tumbas, cientos de ellas, tan antiguas; y es especial, sobre todo, por tratarse de un cementerio judío en Irán. Además no hay nadie alrededor, con lo que la visita es de lo más placentera. Después de dos horas, al salir nos cruzamos con una familia de judíos que vienen desde Isfahán a rendir tributo a algún familiar. Me miran con curiosidad pero no preguntan nada, estoy seguro que pensaran que soy judío, sino ¿que hacía en el cementerio?

La presencia judía en Irán se remonta posiblemente al siglo VIII aC, siendo el judaísmo una de las religiones más antiguas practicadas en el país. Durante siglos han pasado dificultades, y las últimas décadas han sido muy difíciles para su comunidad, pero a pesar de todo consideran Irán su patria y no piensan marcharse. Cientos de generaciones antes que ellos han habitado las mismas tierras que ellos habitan ahora y van a luchar porque su futuro siga en una tierra a la que aman y a la que pertenecen. Sobre los que ahora son niños, será sobre quien recaiga el peso de mantener una comunidad en pie y de fortalecerla. La religión y la sinagoga les proporciona un lugar de recogimiento y un lugar donde poder practicar su religión libremente, una vez cruzan la puerta hacia la calle, la cosa parece que cambia. Una minoría es siempre una minoría con los problemas que acarrea, y si esa minoría es judía y vive en Irán, la cosa seguramente se complique aun más.