Cuando Hamid para el coche y me dice que hemos llegado, frente a mí encuentro una serie de casas de adobe rojizas. No hay nadie alrededor, ni humano ni animal. Entro por lo que parece una calle principal y atravieso el pueblo hasta llegar a las casas de lo que debió ser el pueblo hace algunos años o décadas. No se ve un alma, pero la presencia de un coche me da la esperanza de que allí haya vida. Me habían contado que vivían varias familias pero en ese momento dudaba de que hubiera siquiera una. Cuando vuelvo, Hamid me comenta que ha visto a una señora y me señala la casa, le pido por favor que llame a la puerta y después de varios intentos, una señora se presenta frente a nosotros. Le comento si le importa que hablemos un rato, y allí pasamos la siguiente hora, conversando del pueblo y contándonos curiosidades.
Golestan es la única residente en el pequeño pueblo de Cham, un pueblo en el que no hace muchos años vivían cientos de personas. Su casa no es la típica de muros de adobe y techo de paja como lo eran hace décadas, ni para llegar a ella hay que pasar por estrechos y polvorientos caminos, sino una casa normal como en cualquier otro pueblo de los alrededores. Se nota que ni recibe visitas ni las espera, pero allí estábamos Hamid y yo. Una de las vivitas que tenía en mente durante mi estancia en Yazd era precisamente acercarme hasta Cham. Había leído que a parte de ser un pueblo de adobe con mucho encanto, allí sus habitantes eran seguidores de una religión de la que prácticamente desconocía su existencia y me entró la curiosidad de verlo en persona.
Lo que hace especial a Cham es que todos sus habitantes eran seguidores de Zoroastro. Hoy en día, aunque sólo Golestam viva en la aldea (con la visita de sus hijos los fines de semana), durante las celebraciones religiosas, recobra la vitalidad de años pasados, sobre todo en enero cuando los zoroastrianos de Irán celebran el paso del invierno y lo hacen encendiendo hogueras. Un festival concurrido en al que acuden no sólo seguidores de Zaratustra sino gentes de otras religiones. Resulta curioso que el número de seguidores del mazdeismo (también así se denomina dicha religión) se haya ido reduciendo con los años, pero sin embargo las fiestas que realizan a lo largo del año sean muy celebradas y cada vez más concurridas por todo el país.
Nos cuenta Golestam como el zoroastrismo es la religión de la buena vida, una religión optimista en la que no existen hábitos restrictivos en la dieta, y que básicamente hay tres mandamientos importantes: los buenos pensamientos, las buenas palabras y los buenos hechos. A ello se reduce todo. Nos aclara también el por qué en sus casas antiguas sólo hay un pomo, y no dos, como en la mayoría de las casas antiguas que vemos en otros lugares de Irán. Ellos son zoroastros y no pasa nada porque un hombre le abra la puerta a una mujer y viceversa. Nos cuenta cómo ellas no llevan chador negro ni nada parecido, sino pañuelos estampados. Nos habla de las dificultades que han pasado los seguidores de la religión y nos afirma que pase lo que pase ellos seguirían existiendo y siendo una comunidad. Se pasa el tiempo y tampoco es cuestión de que Golestan pierda la tarde con nosotros, nos indica a lo lejos una Torre del Silencio y hacia allí nos dirigimos.
Torres del silencio
A las afueras de Cham, a una distancia prudencial, se haya una Torre del Silencio imponente con edificaciones al lado que servían para que los familiares pasasen tres días con el difunto y así este no partir solo. Es allí, en las torres del silencio, donde “enterraban” los zoroastros a sus difuntos hasta hace solamente unas décadas. Después de lavar el cuerpo se colocaba en lo alto de la torre (lo que podríamos denominar azotea) al aire libre para que se lo comieran los buitres. Así, se consideraba que el cuerpo muerto no contaminaba ninguno de los cuatro elementos fundamentales para ellos (fuego, tierra, agua y viento), cosa que si ocurre cuando se incinera (fuego y viento), cuando se entierra (tierra) o cuando se tira al agua. En la actualidad y debido a la prohibición, los entierran pero cubriendo primero de hormigón los nichos.
Sabemos que Zoroastro (o Zaratustra) fue el profeta fundador de la religión pero a parte de eso, nada más conocemos con certeza sino a través de leyendas. No se sabe dónde nació aunque bien pudiera haber sido cerca de Teherán. O podrían haber sido varias personas y no una sola, como afirman algunos estudiosos más atrevidos, y Zoroastro sería la última de ellas. Se le supone nacido alrededor de los siglos VI y VII a.C. época en que predicó sus enseñanzas y que comenzó su gran importancia cuando después de convencer al rey, pasó a ser la religión oficial de un reino situado en lo que hoy es Afganistán.
La época en la que nació Zaratustra, eminentemente agrícola, influenció su religión, la cual estaba asociada al mundo natural, el cual había que defender y proteger por encima de cualquier cosa. Siendo el fuego no sólo un símbolo sino un ser sagrado (el fuego del templo zoroastro en Yazd lleva ardiendo sin descanso durante unos 1500 años, eso sí, en el templo en si sólo los últimos 100). La procedencia del nombre zoroastrismo es clara por el fundador de la religión, a su vez, mazdeismo procede de la deidad Ahura Mazda, enfrentado a un ser maligno, Angra Mainyu, su hermano gemelo y oponente. El Bien y el Mal enfrentados, y es el hombre el que libremente decide por uno de los dos. La base escrita de la religión la encontramos en el Avesta, trasmitido de forma oral durante siglos y recopilado durante el imperio sasánida. Antes de la existencia del judaísmo, el cristianismo y el islam, ya existía una religión monoteísta (posiblemente la primera) nacida en lo que hoy es Irán. Una religión que sería de gran influencia en las religiones del libro.
Una vez los árabes musulmanes conquistaron Persia en el siglo VII, el zoroastrismo perdió su dominio. En la actualidad sólo algunos miles (alrededor de unos 25000 aunque otras cifras hablan de 100000 practicantes, muchos de ellos registrados como musulmanes) profesan la religión y se concentran sobre todo en Yazd y sus alrededores. Unos seguidores orgullosos de sus creencias y de sus raíces y que luchan porque no desaparezcan. Desde que llegaron los árabes las dificultades para los zoroastras han sido muchas. Han tenido épocas de más tranquilidad y otras de persecución, problemas que en muchos casos y durante siglos han hecho que los seguidores de Zaratustra hayan ido abandonando el país. En la actualidad, aunque profesan su religión libremente y tienen un representante en el parlamento, también tienen sus limitaciones en cuanto a la enseñanza y la difusión de su credo. El gobierno trata de controlarlo no sea que le de a la población por volver a las creencias que había en el país antes del Islam. A fin de cuentas se podría afirmar que la religión original de Irán es el zoroastrismo y que el Islam bien pudiera ser considerada una religión importada.
A muchos nos sonaba el zoroastrismo del titulo del libro del filósofo alemán Nietzsche, “Así habló Zaratustra”, a otros, sobre todo a los seguidores del grupo de rock Queen, porque su líder, Freddy Mercury, era el más conocido mundialmente seguidor del zoroastrismo; a algunos otros puede que les suene por lo que dicen de ellos, que rezan al fuego. Pero quizá no imaginemos que es una religión que sigue viva, sobre todo en la India, Estados Unidos e Irán. Una religión minoritaria pero con mucha historia y mucho futuro por delante.
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