Estamos acostumbrados a catalogar todo aquello que vemos o que nos rodea. Pensamos que todo debe pertenecer a una categoría, y sino quedamos un tanto desconcertados. Como desconcertado quedo al asistir por primera vez al Zurkhaneh (“Casa de la fuerza” literalmente), lo que sería el gimnasio tradicional iraní. Podría considerarse una versión del Varzesh-e Pahlavani y seguramente sea el origen de los más populares y masivos deportes de lucha en Irán.
Deporte y ritual
¿Es un deporte el Zurkhaneh? Pues sí, ya que nos gusta catalogar todo para sentir cierto orden en lo que nos rodea y en nosotros mismos. Pero no es sólo un deporte de fuerza y destreza, más bien es todo un ritual, un camino de perfección. Ritual en el que el ejercicio físico es dirigido por el “morshed” quien va marcando el ritmo al ritmo de su tambor mientras recita poemas e historias.
El origen del zurkhaneh lo encontramos hace más de 2000 años cuando los guerreros eran instruidos para las batallas venideras en un sentimiento de orgullo nacional. Con la invasión de Persia por los árabes sirvió de refugio y lugar de reunión para que los guerreros y caballeros se entrenasen en secreto. Una vez el chiismo se hubo expandido a partir del siglo VIII, elementos religiosos del sufismo se fueron añadiendo al ritual, incorporándose himnos religiosos en el entrenamiento, y Alí (el primer Imán chií) pasó a ser el patrón del zurkhaneh. De hecho, me comentan que en los alrededor de quinientos zurkhaneh distribuidos por Irán, cuelga un retrato suyo.
Mi primera visita al zurkhaneh fue demasiado rápida, al menos eso me pareció, con lo que volví varias veces más durante mi periplo por Irán. Asistí en Yazd (por cuatro veces, siendo las más auténticas aquellas a las 6 de la mañana siendo el único asistente mirón), en Isfahan y en Qazvin, el lugar más autentico de los que estuve. Por allí ni pasaba, ni posiblemente había pasado, turista alguno. Nadie hablaba inglés, y mi presencia les producía cuando menos curiosidad. En vez de una hora que solía durar en los otros lugares que visité, en Qazvin fueron tres. En lugar de los turistas que acudían a presenciar el espectáculo en Yazd o en Isfahan, en Qazvin los asistentes eran gente local que por lo visto asistían a diario, formando una especia de comunidad entre los que entrenaban y los que miraban. Se notaba que el único que era extraño por el lugar era yo, con lo que las miradas cada cierto tiempo se centraban en mi persona.
Entrenamiento físico, artes marciales y música
El zurkhaneh mezcla elementos de entrenamiento físico, artes marciales y también música. La UNESCO lo ha reconocido como el entrenamiento de su estilo que lleva más tiempo, y de forma continuada, practicándose. Une elementos anteriores al islam de la cultura persa, en especial del zoroastrismo, con elementos espirituales del chiismo y del sufismo. Asistir y presenciar un entrenamiento de zurkhaneh es presenciar la historia en movimiento. Es ver cómo entrenaban los antiguos guerreros para estar preparados para la lucha. Es asistir a un ritual gimnasta en el que mediante los movimientos al ritmo del tambor y de los cantos del morshed, los participantes llegan al climax. Es asistir al rezo dedicado al profeta Mahoma y a su familia.
Si bien es cierto que se trata de un entrenamiento cuya finalidad es preparar los cuerpos (y las mentes) para las luchas venideras, el zurzhaneh no sólo se limitaba a ello. En tiempos antiguos servía a su vez como una forma de educación oral para los guerreros. Se les instruía en conductas de comportamiento, enseñanzas religiosas, y sobre la sociedad en general. Para los zoroastros antiguos el ejercicio físico y mental servía además para mejorar la espiritualidad, así que el zurkhaneh, además de preparar físicamente para la guerra, promovía la bondad y la humildad.
Durante el entrenamiento los participantes utilizan diferentes elementos que les ayudan a perfeccionar y dominar varias modalidades en la lucha. Así hacen flexiones, levantan unas pesadas piezas de madera con forma de botella, se ejercitan con unas tablas que harían la función de escudo, y por último, el arco y las flechas. Eso sí, los tablones de madera, el arco y las flechas metálicas, pesan una barbaridad, con lo que su ejercicio queda reservado para los más fuertes y mejor entrenados. Los entrenamientos se realizan en unos lugares techados, por lo general sótanos considerados lugares de culto más que lugares para realizar ejercicio, estando el techo a gran altura y con forma de cúpula, como en las mezquitas o en los mausoleos.
En el zurkhaneh se produce una elaborada y cuidada puesta en escena de lo tradicional. Se crea una atmósfera única que lo convierte en todo un espectáculo. Espectáculo al que los participante no van en chándal ni en pantalones cortos al uso, sino que tienen también un especial cuidado en la indumentaria. Visten unos pantalones típicos que se utilizan sólo para su práctica, generalmente fabricados en cuero. No sólo en el (no) uso del chándal se diferencia de los gimnasios a los que estamos más acostumbrados, sino que en el zurkhaneh lo que prevalece por encima del entrenamiento físico es la moral atlética, la práctica de la humildad, y evitar en todo momento la arrogancia. Si hubiese gimnasios así en mi ciudad, igual hasta me apuntaba.
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