Llegaba el tiempo de entrudo. Tiempo de fiesta. De descubrir tradiciones por tierras lusitanas. Desde la más remota Antigüedad, en una pequeña aldea al norte de Portugal, salen a las calles durante la festividad del carnaval (Entrudo) unos personajes enigmáticos, diabólicos y misteriosos. Estos “personajes” son los Caretos y el pueblo es Podence. No hay samba ni elementos importados, aquí el Entrudo continúa celebrándose como hace cientos de años. Con la legada del final del invierno, los Caretos salen a las calles comportándose de forma imprevisible.
Cencerros, máscaras y coloridos trajes de lana
Los cencerros, o “chocalhos”, son uno de los elementos característicos de su atuendo. El más ruidoso de las calles del pueblo. Otro elemento característico de su vestimenta son las máscaras rudimentarias, de nariz puntiaguda, que dan un aire misterioso a quien la lleva. Por lo general hechas de latón, también las hay de cuero y en menos medida de madera, casi siempre de color rojo o negro.
Si las máscaras otorgan un aire misterioso a los Caretos, su colorido traje, hecho de mantas, es lo que más llama la atención. Lo más visual y reconocible a día de hoy en muchas partes del mundo. Sus franjas de lana en colores verde, amarillo y rojo, son todo un símbolo del personaje del entrudo Transmontano. Completa el traje unas bandoleras con campanillas, los dichos cencerros sujetos en un cinto de cuero, y el uso de un palo que les ayuda a saltar en sus carreras. Un traje fuera de lo común que da poder, y envalentona, a aquel que lo viste.
Los trajes muchas veces son heredados de generación en generación. Se realizan en el pueblo, la mayoría de las veces por las madres y abuelas, y tienen un coste muy elevado sólo en materiales usados. En la actualidad hay un gran esmero en la confección de los trajes de los Caretos, pero no siempre fue así. Hoy se trata de lucir orgullosamente un traje al que se ha dedicado un enorme trabajo y esfuerzo.
Corren los Caretos tras las mujeres para “chocalharlas”, esto es, abrazarlas lateralmente y que, con movimientos de cintura gráciles y rápidos, los cencerros que llevan les golpeen sus partes traseras. Hoy nadie se libra aunque hace no mucho sólo iban al encuentro de chicas solteras y jóvenes. Esta interacción no sólo con las personas del pueblo, sino también con los visitantes, es sin duda una de los rasgos característico del entrudo de Podence.
Tiempos inmemoriales
En las sociedades agrarias, la agricultura determinaba el modo de vida de las poblaciones e influenciaba sus celebraciones. Así, con las fiestas de invierno se trababa de despertar a la naturaleza para que volviera a dar vida en los campos. Las fiestas, además, representaban al mismo tiempo el final de un ciclo y el comienzo de otro. Una fiesta de purificación del hombre (y de la tierra) para el comienzo del nuevo curso. Los Caretos celebran el fin del invierno, la vuelta de la vida. Tiempo en el que la tierra dejará el frío invierno. Con el paso de los siglos, a la función agrícola, se le unió la religiosa. Así, antes de la llegada de la Cuaresma, se permitían todos los excesos antes de dicho periodo de contención.
Ritual milenario, no hay registros históricos de sus comienzos. En el pueblo todo el mundo recuerda que los Caretos han salido siempre. Éstos encontrarán sus raíces en las fiestas paganas de la antigüedad ligados los ciclos de la naturaleza tomando elementos de diferentes celebraciones. Unas fiestas que nacerían en la Antigua Grecia, y que después es seguro que toman elementos de las fiestas romanas como los Lupercales (fiestas purificadoras celebradas en el mes de febrero en honor del dios de los rebaños, Fauno Luperco) y los Saturnales. Fiestas de invierno más importante en Roma, en honor del dios de la agricultura, y en las que los señores eximían a los esclavos de sus funciones durante unos días, produciéndose un cambio en los roles sociales. Se permitían exceso con la comida, con la bebida y con el sexo. Hay autores que sostienen que, aunque las fiestas de invierno romanas influyesen en la fiesta de Podence, bien podría ser que ya se celebrasen antes de la llegada de los romanos.
Caretos, sentimiento de orgullo
El Careto era un ser imprevisible que tanto actuaba procurando el contacto con las chicas, como se comportaba de forma violenta. La supresión de normas morales hacía que se permitiese lo que durante el año estaba prohibido. A ellos les estaba todo permitido. Podían invadir casas y llevarse la comida o bebida que quisieran. Los jóvenes reinaban en el pueblo durante unos días, imponiendo su ley y su voluntad. Unos Caretos no siempre tan queridos y admirados como lo son en la actualidad.
Este orgullo que se siente por los Caretos, cuando hace años no era tal, tiene diferentes motivos. Hay una influencia de los visitantes, de los medios de comunicación, pero sobre todo de los académicos que, con sus estudios, dieron una base históricas y cultural a un comportamiento considerado poco apropiado, cuando no salvaje. Se describió a los Caretos como personajes genuinos, auténticos y ancestrales. Ahora su forma de comportarse durante los días de carnaval, que era vista muchas veces con rechazo (sobre todo por los comportamientos licenciosos y la bebida), pasaron a ser una tradición de la que sentirse orgulloso como pueblo (y con ganas de visitar como turista). Estos estudios hacen que se vea la base histórica y cultural de su comportamiento, lo cual ayuda no sólo a su aceptación sino a la admiración que se siente por ellos.
Ha habido una persona importante en la difusión de los Caretos, Antonio Carneiro, fundamental en la popularidad de la que goza la fiesta en la actualidad. Se pasó de ser una fiesta a punto de desaparecer a un festival conocido en el mundo entero. Percibió que la mejor forma de mantener la tradición era divulgarla lo máximo posible. Los Caretos comenzaron a su vez a salir por el mundo invitados a diversas fiestas o celebraciones. Hoy los Caretos son un símbolo no sólo de Podence sino de toda la region, e incluso representan culturalmente a Portugal en el exterior. Unos Caretos que fueron declarados recientemente Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO. Ni más ni menos.
Los protagonistas de la fiesta
Los Caretos, al igual que la sociedad misma, han ido mudando con el paso de los años. En principio eran sólo hombres solteros y tenía un componente sexual, o erótico, muy pronunciado. Era un momento propicio para la aproximación a la mujer, la cual durante el resto del año se mantenía a cierta distancia. Chicas, casados, niños (facanitos) visten ahora el traje de Caretos, muchos de ellos emigrantes que vuelven a su tierra, a su pueblo, a reunirse con la familia y a celebrar una fiesta celebrada durante milenios por las mismas calles que ellos lo hacen ahora, y que les llena de orgullo.
Son los Caretos los grandes protagonistas de la fiesta. Una fiesta genuina y auténtica. Una fiesta que se ha adaptado a los nuevos tiempos. Al igual que en otros áreas, las transformaciones sociales y demográficas afectaron a cómo se ve, y cómo se celebra, el Entrudo en Podence. La aldea pasa de ser una sociedad agraria a una de servicios. Durante el proceso, nos cuenta Luis Felipe Costa (autor del libro “Caretos de Podence”), se han producido transformaciones, adaptaciones, y elementos que persisten reflejo de los diferentes pueblos de diferentes épocas que pasaron por el noroeste peninsular y que dejaron su impronta cultural. Un estudio del entrudo y de los caretos que hacen que se aprecie, se entienda y se disfrute el entrudo de Podence de una forma mucho más completa.
Tengo la fortuna de encontrarme durante mis días por Podence, y aprender con él sobre el pueblo y el entrudo, con el autor del libro, quien, además de gran conocedor de la historia del entrudo, es artesano (entre otras ocupaciones) y él propio es un Careto desde su infancia. Viste el traje desde sus lejanos seis años de edad.
Cambios en la sociedad y en los Caretos
Con los años el comportamiento de los Caretos fue mudando, nos cuenta Costa en los “Caretos de Podende”. Este cambio en el comportamiento viene dado por un lado porque en su mayoría ya no son agricultores rurales que viven en el pueblo quienes se visten los trajes, son emigrantes ingenieros, oficinistas o trabajadores de cualquier area que viven en Paris, Berlin o Lisboa. Al mismo tiempo, el cambio en la sociedad ha hecho que el contacto entre chicos y chicas se produzca de forma natural durante todo el año. Ya no hay que esperar esperar al Entrudo, con lo que pierde esa carga erótico-sexual que tenía. Por otra parte, la llegada de visitantes también influenció en que los Caretos fueran poco a poco perdiendo el comportamiento violento que algunas veces tenían. Además, las fiestas de invierno ya no son celebraciones utilizadas para fertilizar los campos, hoy en día se fertilizan éstas con fertilizantes, que en principio funcionan de forma más eficaz. Por último, otra de las razones para esa transformación en la visión que tenemos de los caretos viene porque los jóvenes, hoy en día, tienen otras formas de cuestionar el orden social y no necesitan recurrir a los días del entrudo para ello.
En las sociedades agrarias, la agricultura determinaba el modo de vida de las poblaciones e influenciaba sus celebraciones. Así, con las fiestas de invierno se trababa de despertar a la naturaleza para que volviera a dar vida en los campos. Las fiestas, además, representaban al mismo tiempo el final de un ciclo y el comienzo de otro. Una fiesta de purificación del hombre (y de la tierra) para el comienzo del nuevo curso.
En varias épocas de la historia se han intentado prohibir las fiestas paganas, desde la conversión de la Antigua Roma al cristianismo, pasando por la Edad Media, hasta en el siglo XVIII cuando la iglesia vuelve a prohibir las celebraciones. Siempre con resultados negativos, incluso llegando a hacerlas más populares.
Aquellos que vamos a Podence los días del entrudo buscamos una Arcadia perdida. Los Caretos, las casas de pizarra, el ambiente durante esos días, son para los visitantes ese tiempo pasado que consideramos más auténtico. La nostalgia por un tiempo que queremos recuperar, aunque sea sólo por unos días y de una forma irreal, comenta Costa. Días en los que vivir de forma simple, sin grandes pretensiones, con naturalidad. Los caretos ayudan a crear ese ambiente y ofrecen al visitantes aquello que espera recibir. Los que hasta allí nos acercamos buscamos un carnaval diferente, típicamente portugués, y en Podence lo encontramos.
Llega el martes de carnaval y con él el final del entrudo. Es el día grande y los Caretos toman las calles del pueblo nuevamente. Cae la tarde y el final apoteósico en el que la figura del entrudo se quema al decaer el día. Hace años eran unos simples trapos viejos, en la actualidad una figura de más de ocho metros de altura realizada por un artista plástico de la región.
Sobre las 6 de la tarde, y tras una procesión desde la iglesia hasta el prado donde se encuentra, se procede a la quema del Entrudo, momento mágico y fascinante. Un aquelarre en el que los Caretos corren dando vueltas a la gigante representación en forma de muñeco en llamas. Unas llamas que dejan sentir su calor en nuestras mejillas. Por momentos el fuego, ese calor, las carreras de los Caretos y el jolgorio, hacen que pierda la noción de donde estoy y qué hago allí.
Se extingue el fuego poco a poco. Parece que la fiesta ha terminado, y así es para la mayoría de los visitantes, no para las gentes de Podence. La fiesta continúa visitando casas y amigos, deseando un buen año. Unos amigos que en su mayoría partirán en breve a sus lugares de residencia. Unos amigos (los menos) que se quedarán el pueblo a continuar con sus rutinas. Unos amigos que harán lo posible, y lo imposible, por volver al año siguiente a seguir disfrutando con orgullo de los Caretos y de la que para ellos es la mejor fiesta del mundo, el Entrudo de Podence.
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