La ciudad de las tres culturas se asocia a Toledo, aunque hoy día la católica lo impregne casi todo en la ciudad española. De la musulmana y judía queda su arquitectura y el poso del alma que dejaron sus moradores. Poco más, aunque no sea poco. Quizá haya muchas otras, lo desconozco, pero hoy día Tiflis representa esa convivencia de tres culturas, de tres religiones, de tres grupos de personas que en otros lugares del mundo no pueden compartir un mismo lugar. Iba a ser parada de paso en mi camino hacia Ereván, y resultó ser una más que grata sorpresa. De entre las sorpresas, la convivencia y el respeto entre las tres creencias resaltó sobre las demás.
Se mezclan en Tiflis sus callejuelas estrechas del barrio histórico de Narikala (donde destaca imponente en lo alto su fortaleza) con sus calles comerciales amplias del centro o de la avenida Rustaveli. Tanto desde abajo, como subiendo a su cima, la fortaleza es impresionante a la vez que cercana. Paseando por el barrio que lidera sientes cómo no sólo te defiende, sino que te acompaña y abraza en los paseos. Pocas fortalezas hay tan integradas en su barrio como la de Narikala. Y si subes, lo cual no requiere ni mucho esfuerzo ni mucho tiempo, te ofrece unas vistas panorámicas de la ciudad increíbles.
Volviendo a la religión. Sorprende que en la sinagoga no haya medidas de seguridad, a parte de un conserje en la entrada. Sorprende sobre todo porque la mayoría de las sinagogas que conozco (o he intentado conocer) como Hong Kong, Singapur, Madrid o Lisboa, no sólo tienen una medidas de seguridad excepcionales, sino que la entrada está mucho más que restringida y, o bien no las puedes visitar, o debes esperar meses para hacerlo. No es el caso de Tiflis en el que la visita espontánea es bien recibida. Nadie mira con recelo ni sorpresa al extraño visitante. La gente habla a la puerta, se ponen al día, rezan, hacen comunidad. Normalidad en mi visita a la sinagoga como si se estuviera, que es lo que es, en cualquier centro social o de reunión. Como debería ser en todos los lugares y como desgraciadamente en casi ninguno pasa. Con más de cien años (construida en 1904) luce moderno el edificio, y magnífica su decoración con con pinturas Art Nouveau y una mezcla de estilos orientales y occidentales.
Conviviendo en armonía
Aunque Georgia sea un país cristiano, y en su gran mayoría devoto, nunca ha existido antisemitismo en la ciudad. La comunidad judía vive en armonía con sus vecinos, y por lo visto siempre ha sido así. Me lo cuentan y lo creo, pero paseando por el barrio y al entrar a la sinagoga, lo percibo. Lo que parece raro debería ser lo usual, ¿desde cuándo las gentes que profesan diferentes religiones se tienen que odiar? Bueno, casi desde siempre, pero no debería ser así. En fin, que sirva de ejemplo la convivencia en esta ciudad donde entre 4000 y 5000 judíos comparten espacio de forma respetuosa con los cristianos (y los musulmanes).
Si chocante resulta el caso de la sinagoga, no menos, o más si cabe, es su mezquita principal situada en el barrio de Narikala junto a los baños turcos. No resulta extraño que fuera construida en el siglo VII (aunque renovada en el XIX), ni su enclave especial, ni su diseño sorprendente, ni siquiera que esté a poca distancia tanto de iglesias como de sinagogas. Lo que de verdad llama la atención es que tanto sunies como chiies rezen juntos en el mismo templo. En otros lugares del mundo no se pueden ni ver, y se matan literalmente, mientras que en Tiflis comparten espacio para el rezo.
Aunque judíos y musulmanes habiten la ciudad, sobre todo el casco histórico, el cristianismo es la religión más profesada, con lo que encontramos no sólo su moderna catedral, sino iglesias casi en cada esquina, iglesias de todo tipo y en diferentes localizaciones. Algunas tan antiguas como la Basílica de Anchiskhati de Santa María del siglo VI , con frescos en su interior de más de 400 años.
No todo es religión en Tiflis. Los templos de culto comparten espacio con modernos cafés, restaurantes populares y bares al aire libre. Devotos locales comparten calle con jóvenes a la moda. Barrios medievales de calles estrechas comparten ciudad con barrios a la última. Me cuentan que Tiflis ha cambiado una barbaridad en menos de una década, que ahora encuentras infinidad de hostales para mochileros, de discotecas de moda, de hoteles de cinco estrellas, de galerías de arte. Pero lo que siento y disfruto, con un encanto especial, es una ciudad en un enclave único a orillas del del río Kura en donde además de la fortaleza destaca en lo alto la iglesia de Metekhi. Una ciudad donde se puede apreciar una arquitectura pintoresca con sus casas abalconadas. Una ciudad antigua muy moderna. Una ciudad moderna con mucha historia. Un ciudad ejemplo de convivencia.
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