Nada había oído hablar de Dafen hasta que alguien me comentó que existía un lugar, una especie de barrio o pueblo, en Shenzhen donde vendían de todo relacionado con la pintura. Pero sobre todo vendían copias de cualquier cuadro que imaginase. Sin demorarlo mucho, llamé a mi amiga Sue que vive en la ciudad vecina, y allí nos presentamos. De eso hace ya algunos años, y llegar hasta Dafen era algo más complicado que ahora, en la que un moderno metro te lleva hasta la misma puerta.

Paseo por Dafen a ritmo pausado, con sus cientos de gallerías por cualquiera de las calles de ese laberinto de pinturas; con sus tiendas de marcos, de óleos, o de material de escritura. Y con sus gallerías de Van Goghs, Velazquez, Monets, o de quien pueda imaginar. Y si no la tienen expuesta pues siempre la puedes encargar. La cantidad de artistas que se dedican a las copias es incierta, aunque bien podrían ser entre 5000 y 10000 los pintores que copian cuadros para enviar a cualquier parte del mundo. Artistas seleccionados entre los mejores alumnos de las escuelas de Bellas Artes de todo el país.

De copias a originales pinturas

Desde esa primera visita han pasado otras más. Y se palpa una evolución. Las copias de pintores occidentales sigue siendo muy requeridas, pero se han añadido con gran pujanza las obras chinas. Serán cosas del mercado y de las crisis, o de que los artistas y las obras chinas son cada vez más valoradas y conocidas. Y los clientes, antes que las copias, pasaron de ser mayoritariamente occidentales a ser chinos. Incluso en algunas galerías ya no encuentras copias sino obra original de artistas que se han asentado en Dafen y quieren, aunque sea difícil, centrarse en su propia obra y no en imitaciones.

Seguramente en Dafen se halle el artista más prolifero de la historia. El fundador del denominado “pueblo de los pintores”, Huang Jiang, afirma haber realizado 12 cuadros diariamente durante unos 20 años, lo que hace que sean casi 100000 cuadros los pintados con sus manos. Y con él, en 1989, comenzó un cambio radical, haciendo que Dafen pasase de ser un pueblo agrícola dedicado al cultivo de coles, a ser el lugar donde se pintan la mayor parte de todos los cuadros vendidos en el mundo.

Callejear por Dafen da una sensación de sosiego, de tranquilidad, de pasear por una galería de arte enorme, una galería de arte no estática sino en constante trabajo. Ya no son sólo las gallerías, sino que a la estela del éxito, han abierto cafeterías e incluso un museo de arte. Los habitantes, entre tímidos y amables, hacen que pase en Dafen cada vez que voy un rato de lo más agradable, comprando alguna obra o simplemente observando la mayor fábrica mundial de pintura. ¿Qué pensarían los grandes de la pintura si lo vieran? Puede que nada y no tuviesen otra alternativa que alquilarse un estudio y quedarse a allí vivir.