Una de las visitas que más me apetecía hacer una vez instalado en Hong Kong, era a la vecina Macao. El hecho de haber sido colonia portuguesa hasta hace relativamente poco y el hecho de haber vivido yo en Lisboa hacían que estuviera deseando ir a ver qué había por allí. Según la mayoría de la gente que me hablaba de la ex colonial portuguesa, allí había muy poco que visitar a parte de los casinos. Menos mal que no suelo hacer mucho caso a quien me habla de los sitios y suelo fiarme del instinto. Macao fue una gratísima sorpresa. Hay casinos, sí, pero no hace falta pisarlos para descubrir un territorio fascinante. Macao es el único lugar en China en el que el juego está permitido y se ha convertido en la capital mundial del juego (cientos de millones de jugadores y clientes potenciales están a pocas horas de juego) pero esa no ha sido la razón de mis múltiples visitas.
Aire colonial en Macao
La llegaba en ferry desde Hong Kong ya merece por sí misma la visita. Me encanta viajar en ferries y surcar las aguas, supongo que el ser castellano tiene mucho que ver en esa fascinación casi infantil por el transporte acuático. La sensación nada más pisar la ex colonia portuguesa (cedida al gobierno chino en 1999) es extraña, estando tan cerca de Hong Kong se percibe una forma de vivir muy diferente: más pausada, más amistosa, más con ganas de disfrutar cada instante. Sus calles y edificios con aire colonial y los nombres de las calles en portugués hacen que una sensación extraña me acompañe en el caminar. Esa mezcla de cultura china, de herencia portuguesa y de casinos hacen de Macao un lugar único no sólo en China sino en el mundo.
Sí, hay casinos, y bien merecen una visita, pero una vez visto uno tampoco aportan mucho más. Bueno, por fuera quizá por disfrutar y dejarse sorprender por unos edificios señoriales, majestuosos, faraónicos y en ocasiones un tanto pomposos. El centro histórico ya es otra cosa. Con el tiempo se ha ido llenando de turistas, en su mayoría chinos, con lo que andar se hace por momentos complicado. Si se quiere disfrutar mejor, al igual que en cualquier otro lugar turístico, solo hay que madrugar un poco. El turista de por sí es perezoso y a primera hora las calles están sólo para los locales y para aquellos que nos gusta madrugar. Este centro histórico define muy bien la esencia de la herencia portuguesa y hace de Macao una ciudad excepcional en China. Y si el centro nos transporta a un tiempo en el que Portugal dominaba mares y territorios, observar las ruinas de San Pablo nos da una sensación de declive, pero declive con orgullo, con gallardía. Será sólo la fachada de lo que fue la catedral, pero sigue en pie, mostrando al visitante que no es lo que era, pero que no se rinde.
Mezcla de cultura tradicional china y portuguesa
Según camino por Macao hay momentos y barrios que me recuerdan a Lisboa. Incluso los olores, bien es cierto que la mayoría de las veces, mezclados con ese aroma a incienso tan característico de China. Pensando en cómo sería la ex colonia en sus años de esplendor llego hasta la Fortaleza del Monte, quien antiguamente se encargaba de la defensa de la ciudad y desde dónde se divisa la ciudad de una forma incomparable. Ya sea desde las alturas o a pie de calle me sorprenden no sólo los nombres escritos en portugués en la mayoría de los lugares sino la misma arquitectura en la que se refleja la larga presencia de Portugal. La mezcla y combinación de la cultura tradicional china con la cultura portuguesa nos ofrece un legado fascinante.
La mezcla que se da en la cultura se da así mismo en las personas. Los macaenses, si lo vemos estrictamente, son aquellos que tienen una ascendencia mixta china y portuguesa y que en el periodo de dominio portugués formaron la élite social del territorio debido a que hablaban portugués y practicaban el catolicismo. En mi visita poco se oye hablar la lengua de Camões por las calles, a excepción de un librero con quien practico mi oxidado portugués. Poco a poco los macaenses han ido perdiendo sus señas identidad e incluso su lengua, el macaense o putuá, (mezcla de portugués, cantonés y con influencia malaya y de otros idiomas). Aunque no hay datos concretos, según me comentan, podría haber unos 10000 hablantes del total de 500000 habitantes de Macao.
Macao está llena de curiosidades históricas y no sólo por haber sido colonial portuguesa desde su ocupación en 1556. En 1580, tras la batalla de Alcántara, se produciría la unión de Portugal con España hasta el año 1640, pero Macao nunca reconocería la soberanía española. Una vez la Casa de Braganza recuperó el control de Portugal, a Macao se le concedió el título oficial de Cidade do (Santo) Nome de Deus de Macao, Não há outra mais Leal (La Ciudad del (santo) Nombre de Dios de Macao, no hay ninguna más leal). Pero no sólo curiosidades históricas tiene la ex colonia, caminando me sorprendo primero al ver un frontón, y después al acercarme a ver cómo y a qué juegan la sorpresa aumenta al presenciar que están jugando a una especie de cesta punta. Cosas de Macao.
Resulta que sí que hay muchas cosas que ver y disfrutar en Macao, desde sus templos más conocidos (como el concurrido y popular de A-Ma) chinos, al menos conocido cementerio musulmán y su mezquita o su comida portuguesa, y dependiendo del tiempo de cada uno, se puede hacer un viaje cultural en el tiempo y en el espacio. Si se quiere descubrir un Macao menos popular y más rural, no hay más que cruzar alguno de los puentes y acercarse hasta Taipa y Coloane. Cruzar el puente no sólo significar pasar por encima del agua sino que es pasar de la vida de la ciudad a una vida más rural, a presenciar pueblos de pescadores, iglesias con encanto y una forma de vida más tradicional. Macao, sin duda, es mucho más que sus populares casinos.