El colorido festival de los sijs
Madrugar nunca me ha importado, y mucho menos si es para asistir a un festival. Me recomendaron ir a primera hora, cuando hombres y mujeres se visten y acicalan para el día festivo que tendrán por delante. Así, con la salida del sol, me acerco hasta el templo de Khalsa Diwan Sikh en la zona de Wanchai con la ilusión de quién va a asistir a algo novedoso.
Hay una religión no muy conocida, aunque sea la novena del mundo en número de seguidores. Bueno, no es muy conocida por el nombre, por su historia o por sus creencias, pero sí lo es por alguna de sus peculiaridades como las barbas y turbantes que lucen los hombres que la profesan. Es el sijismo. Hablamos de una religión monoteísta fundada por Gurú Nanak hace unos 500 años en el Punjab, India, y que en la actualidad tiene unos 30 millones de seguidores repartidos por el mundo, siendo su ciudad más importante y centro espiritual Amritsar. Además de considerar que existe un sólo Dios, se caracterizan por la creencia de que el alma pasa por diferentes ciclos de renacimiento y muerte antes de llegar a la forma humana. Se trata de realizar buenas acciones para estar bien con Dios, de servir a los demás. Hay que vivir honestamente, con castidad moral, sin fumar ni consumir drogas, ni beneficiarse de las falsificaciones de los hechos. Casi nada.
Nacimiento del sijismo
Aunque el nacimiento del sijismo se produce en el siglo XVI, será difundida por diez Gurús, siendo el décimo maestro quien unifique las enseñanzas y proclame al Gurú Granth Sahib como Gurú eterno, y a sus escrituras, Sagradas de los Sij. Se inicia el relato con el número UNO como unidad de Dios, y nada existe como él. Es la verdad eterna, el creador, el espíritu divino y entidad inmortal. Los seguidores del sijismo rechazan el ayuno, el rito o el ritual, y abren las puertas de sus templos a todos, sin discriminación social, de raza o de creencias. Cabe resaltar la condición de la mujer, considerada en alta estima ya que ha sido quien ha dado a luz a héroes, reyes y hombres sagrados, y tienen los mismos derechos y el mismo estado que los hombres.
Podríamos seguir hablando de preceptos religiosos, hermandades universales, concepto que los Sijs tienen de Dios, sus propósitos o sus enseñanzas éticas y morales, pero quizá fuese un poco aburrido. Sólo un apunte más, mencionar la creación de la Khalsa por el décimo Gurú. Son los Cinco Amados, creada como orden militar y guerrera a quien se confió la responsabilidad de la iniciación en el sijismo. Cada uno de los bautizados debe seguir cinco reglas representadas en cinco palabras que empiezan con K: Kes (pelo intenso o sin cortar), Kanga (peine), Kachha (ropa interior, pantalón corto del guerrero), Kara (brazalete de acero que se lleva en la muñeca y que recuerda las enseñanzas del Gurú) y Kirpan (espada para la autodefensa y que representa la dignidad, el poder y el espíritu invencible, nunca debe desenvainarse para atacar, sólo para defensa).
Los sijs en Hong Kong
Entender un poco las religiones, aunque sea mínimamente, nos ayuda a mirar con otros ojos a aquellos que las profesan que nos cruzamos a diario en nuestro camino a trabajar, en nuestros paseos, por los museos o en los centros comerciales. Los sijs no son mayoritarios en Hong Kong, pero han sido parte importante en su desarrollo. Fueron Sijs algunos de los primeros policías que mantenían seguras las calles de la ex colonia británica, además de ser su comunidad también parte importante en el desarrollo empresarial que ha hecho Hong Kong lo que es hoy. Se construyó un primer templo sij, Khalsa Diwan Sikh Temple, en 1901 por miembros de la armada británica, y se reformó en 1930 debido a que la comunidad iba aumentando. En la actualidad, se calcula que hay en la ex colonia unos 10000 seguidores del sijismo, y en su templo ofrecen comida y alojamiento gratuitos a los necesitados.
Festival colorido
En Hong Kong pocos festivales o procesiones religiosas hay más coloridas y con unas vestimentas más atractivas que la que se celebra con motivo del aniversario del nacimiento del Gurú Nanak. La procesión comienza en el templo de Wanchai pero es mejor llegar con antelación, no por la comida que ofrecen de forma gratuita sino por poder ver cómo se visten hombres, mujeres y niños, ver las distintas dependencias del templo, y sobre todo, por poder hablar con los seguidores de esta religión desconocida para la mayoría. Pocas procesiones ofrecen a la vista cientos de mujeres vestidas con sus trajes tradicionales, cientos de hombres luciendo sus coloridos turbantes, unas barbas pobladas y sus mejores dagas, o cientos de niños alegres que celebran un día tan especial para su familia. Ya en el templo y antes de comenzar la procesión, nos ofrecen espectáculo y actuaciones de artes marciales con espadas, palos y redes, al ritmo del sonido de los tambores. Nunca he sentido la India tan cerca sin salir de Hong Kong.
Un festival no muy conocido pero sin duda uno de los más interesantes. Los que pensaba que eran fríos y malhumorados sis, resultan ser unas gentes afables y divertidas que me dan la bienvenida a su templo y a conocer sus costumbres, sólo quieren que disfrutemos con su festival más importante. Eso sí, acuérdate de cubrirte el pelo (tanto si eres mujer como hombre) con un pañuelo o similar, y quítate calzado y calcetines para entrar al templo principal o a la cocina comunitaria. Comencé el día sin saber casi nada de los sijs, pero al cabo de pocas horas les he cogido cariño. La próxima vez que me cruce con alguno, seguro que una sonrisa se dibuja en mi cara.