Al contrario que la princesa, no creo haber visto ninguna película de Kurosawa en mi infancia, y sin embargo recuerdo que me entretenía con películas como “La ciudad no es para mi” o “Vaya par de gemelos”. Paco Martínez Soria nos acompañaba algunas tardes desde el televisor, y desde la lejanía lo recuerdo con una sonrisa, no como algo casposo. Quizá sea porque soy de pueblo. Aunque vivió desde su tierna infancia en Barcelona, sería Tarazona la ciudad que le vio nacer, y ciudad en la que se puede realizar una ruta por los lugares más emblemáticos relacionados con el popular actor. Desconocía la relación del actor con Tarazona y sólo me entero cuando llego buscando el pasado judío de la ciudad, principal razón de esta visita a la población aragonesa.

Con Paco Martínez Soria en el recuerdo, recorro el entresijo de calles y plazas, de día seductoras, de noche enigmáticas y misteriosas. Calles multiculturales donde se gestó varios siglos atrás la escuela de traductores de Tarazona, no tan conocida como el actor, pero sin duda una de las obras intelectuales y culturales más destacadas de la ciudad. Recorrer el barrio judío es hacerlo por un sinuoso trazado en el que destacan sus coloridas casas. Azules, amarillos y rojos, se van sucediendo en mi transitar. Unos colores seguramente nuevos y no de la época en que moraban judíos en estas calles, pero colores que dan un aire atractivo y alegre al barrio.

Pasa en Tarazona como en otras ciudades españolas con judería, en realidad son dos, la vieja y la nueva. La vieja se situaba alrededor del palacio episcopal. Una zona de calles estrechas, de callejones, un recorrido característicamente medieval al que se podía acceder por varias puertas: la Nueva, Porticiella y de la Zuda o fortaleza musulmana. Murallas que servían para garantizar la seguridad en caso de alteraciones del orden, a la vez que otorgaba mayor identidad de comunidad a la población judía.

Las «Casas Colgadas» de Tarazona

Las “Casas Colgadas” destacan sobre los demás edificios de Tarazona, menos conocidas que las de Cuenca, pero de igual belleza y complejidad arquitectónica. Casas cuyas fachadas posteriores dan a la calle Judería y que fueron habitadas en tiempos de los judíos por la nobleza del lugar. Unas viviendas construidas mediante un sistema de paredes sujetas con sólidos contrafuertes sobre la roca para ganar terreno al recinto amurallado de la ciudad.

No muy lejos, sería en la rua Alta donde se situase la sinagoga y se localizaría la zona más comercial de la aljama judía alrededor de la Zuda. Seguramente hubo al menos dos sinagoga, la principal estaría situada próxima a la casa que ocupó Becquer cuando estuvo en Tarazona, a la que se accedería por la plaza de los Arcadianos, y construida en 1370 tras la invasión castellana de Pedro I.

De los personajes judíos de la aljama de Tarazona de la época destacó por los cargos que ocupó Mosé de Portella. Ejercería desde 1273 a 1286 el cargo de baile real con Pedro el Grande, además de ser administrador del Patrimonio Real en las merendadas de Tarazona y de otras poblaciones. Moriría en 1289 en circunstancias extrañas. Es difícil pasear por las actuales calles Judería, las rúas Alta y Baja, la plaza y la calle de los Arcedianos, sin dejar que se vaya la imaginación a varios siglos atrás en la historia.

El resto de la población judía tenía por lo general trabajos artesanos, mayoritariamente textiles (tejedores) y relacionados con la piel (zapateros o pellejeros), aunque también realizaban otro tipo de oficios como caldereros, orfebres y plateros, los cuales eran muy cotizados. Unos artesanos que seguramente se situarían en la actual calle Judería mientras que muchos comercios, que abastecerían a la población de la aljama, estarían situados en torno a la Plaza de la Mata, localizándose la carnicería cerca de la iglesia de Santa Cruz.

A partir de 1440 se desarrolla la judería nueva, zona sin muros que la delimitase y que estaría en las actuales cuesta de los Arcedianos (sin duda una de las calles más enigmáticas de Tarazona, sobre todo de noche) llegando hasta la plaza de Nuestra Señora.

Barrio judío colorido y renovado

Muchos edificios del barrio están siendo rehabilitados, se trata de dar un empujón al barrio y hacerlo más habitable. Edificios y barrio que han permanecido invisibles durante muchísimos años. Un patrimonio que ha estado perdido y olvidado porque o no se sabía, o no se quería apreciar. Un patrimonio que se está recuperando para beneficio de los actuales residentes y para disfrute de los visitantes de Tarazona que nos acercamos hasta su barrio judío. Un barrio medio abandonado hasta hace poco y que luce estupendamente en la actualidad y en el que, según observo en las actuaciones sobre los edificios, se sigue trabajando por su mejora. Los escombros y casas en ruinas han dejado paso a un barrio con edificios recuperados que brillan con luz propia.

Aunque los estudiosos sitúan en la época visigoda la presencia judía, bien podría ser mucho antes cuando los primeros hebreos se instalases en Tarazona, ya en época romana. Sería durante el periodo musulmán cuando la comunidad se afianzaría en la ciudad, pero no es hasta época cristiana cuando se tiene más detallada información. Una vez producida en 1119 la conquista cristiana de la ciudad, los judíos siguieron habitando en los alrededores cerca del castillo, junto al poder político de la época.

Igual que en otros lugares, será el siglo XIII una época floreciente para la comunidad judía de Tarazona. Y al igual que en otras aljamas, a medidos del siglo XIV comenzaría su declive en la que una seríe de circunstancias que poco tenían que ver con la población judía, hizo que se les considerase responsables de las desgracias de la época y sufriesen el acoso cristiano debido a las malas cosechas o la peste negra.

En Tarazona no se sintieron los asaltos a las juderías como en otros lugares, pero desde finales del siglo XIV ya nada volvería a ser igual. Las 50 familias que habitaban en la ciudad se sentían amenazadas y acosadas. Muchas familias pujantes dejan de serlo y pasan a un segundo plano, se producen conversiones al cristianismo de forma masiva y la fortaleza de la comunidad judía se empieza a resquebrajar.

Un entramado urbanístico caótico con mucho sentido

Una comunidad judía que además del culto, disponía de propias leyes que regían la comunidad. Quizá no sea exclusiva judía sino característica de la época, pero la estructura arquitectónica de la judería, a primera vista un tanto caótica, es un placer recorrerla dejándose llevar a paso lento sin rumbo por sus callejones, sus casas y recovecos. Por unas calles que forman un entramado urbanístico con sentido, donde destaca una jerarquía en la situación de los edificios. Así, las calles principales llevaban desde el centro de la judería hasta la muralla exterior. En los alrededores de dichas calles se situaban aquellos edificios de mayor importancia para la comunidad, como las sinagogas. La aljama abarcaba las calles adyacentes y transversales, situándose las viviendas en los pasadizos y los adarves, siendo la rúa Alta el lugar donde las élites cultural y económica se situase.

Imaginando cómo sería la vida por las calles de la judería de Tarazona en la época medieval, qué haría Gustavo Adolfo Becquer cuando visitó la ciudad, o a qué jugaría Paco Martinez Soria de niño, doy mis últimos paseos por un barrio que ha recobrado el esplendor y luce un colorido que llega a atrapar. Cada una de las juderías que visito tiene un aire especial, y aun teniendo elementos similares, cada una de ellas es diferente a las demás, siendo la de Tarazona magnífica y evocadora.