Carreras de cuadrigas (y teatro) en la Mérida romana
Cayo Apuleyo Diocles ganó, según los registros, 1462 carreras en el Circo de Roma. Nació en la actual Lamego, perteneciente a la colonia romana de Lusitania, en 104 d.C. Un auténtico ídolo de masas de la época con una inmensa trayectoria. Tan exitosa y extensa carrera tuvo que, según Peter T. Struck, sería el deportista con más ingresos de toda la historia. Un auténtico campeón lusitano.
Emérita Augusta, capital de Lusitania
Mérida fue la capital de la provincia romana de Lusitania, disfrutando de siglos de esplendor. Constatamos la importancia y la vitalidad de Emérita Augusta al observar las magnificas construcciones que siguen en pie. Edificios que incluyen además de puentes y acueductos, un circo, un teatro, un anfiteatro y templos. Los años, miles, han pasado, y sin embargo para atravesar el Guadiana lo seguimos haciendo por su puente romano, una obra de ingeniería de hace dos mil años.
Patrimonio Mundial de la Unesco desde 1993, Mérida es una de las ciudades romanas mejor conservadas del mundo. Fundada por Publio Carisio por orden del emperador Octavio Augusto en el año 25 a.C, Emérita Augusta fue el destino de los soldados licenciados del ejército romano, en concreto aquellos eméritos de dos legiones (V Alaudae y X Gemina) que habían luchado en las Guerras Cántabras. Fueron a instalarse en un lugar que ya estaba poblado, concediéndoseles a cambio a los pobladores el estatus de ciudadanos romanos.
No fue por casualidad que elegirían el lugar donde se encuentra Mérida. El río Guadiana, las canteras de mármol, granito o cal de la zona, y la posibilidad de realizar embalses en lugares cercanos ayudaría a escoger el emplazamiento, siendo años después un magnífico ejemplo de lo que era una capital de una provincia romana en la época imperial.
La importancia de Mérida como capital de Lusitania nos habla de una de las poblaciones más prósperas y florecientes de la época. Hasta la caída del Imperio Romano fue un polo de relevante importancia en todos los ámbitos, ya sea militar, jurídico, económico o cultural. Tras los romanos, los visigodos la harían capital de su reino en los siglos V y VI.
Edificios romanos en uso en el siglo XXI
Encontramos en Mérida restos arqueológicos que nos traen evidencias de lo que fue en tiempos romanos. Edificios que tanto tienen que ver con el entretenimiento (como el teatro y el anfiteatro), la ingeniería (puentes o acueductos) o religiosos (como el Templo de Diana o el Templo de Marte). Es asombroso que muchas de las construcciones sigan a día de hoy cumpliendo la función para la que fueron construidas. Así vemos cómo son de utilidad las presas, el puente o el arco de Trajano, además de otros edificios que se han recuperado para un uso moderno como el teatro donde cada verano se celebran representaciones.
El sistema de distribución de las aguas era de gran importancia en época romana. Importancia que queda plasmada en los acueductos de Mérida. El de Los Milagros traía el agua hasta la ciudad desde el embalse de Proserpina, situado a 5 quilómetros. Que siga en pie, en especial el tramo del río Albarregas, es casi un milagro, al menos eso tuvieron en cuenta aquellos que así lo denominaron. Pero no es el único acueducto que se mantiene en pie, ya que el de San Lázaro, que acercaba las aguas del norte hasta la ciudad, sigue luciendo fantástico.
El sistema de aguas, y en concreto los acueductos de Mérida, se encuentran entre los elementos más destacables de la antigua capital de Lusitania. Su grado de conservación es excelente y representan uno de los mejores ejemplos de la época romana.
Gladiadores y carreras de cuadrigas
El circo sin duda sería el lugar donde se realizarían los eventos más especulares. Hemos visto tantas veces carreras de bigas (dos caballos) y cuadrigas (cuatro) en películas, que no es difícil imaginarlas. Esa pasión por la velocidad no es una cosa de los coches o las motos actuales, a los romanos ya les entusiasmaba su adrenalina. Al igual que actualmente los deportistas, el auriga (lo que vendría a ser el piloto de nuestros tiempos) era un auténtico ídolo de masas, y podemos verlos representados en muchos mosaicos. Era quien dirigía la biga o cuadriga y a quien, ganando, le ponían la corona de laurel. Seguramente Cayo Apuleyo Diocles antes de ir a competir a Roma lo haría en el Circo de Mérida. Un circo de unos 400 metros de largo por 100 de ancho, siendo el mayor de los edificios dedicados a los espectáculos de la ciudad, con capacidad para unas 30000 personas.
Otro de los lugares dedicado al ocio y los espectáculos era el anfiteatro, donde se celebraban las luchas de gladiadores. Un recinto que podría albergar unas 15000 personas que disfrutaban de entrada sin coste alguno. Unas luchas de gladiadores, que junto con las carreras de cuadrigas, eran los espectáculos favoritos de los romanos. Gladiadores, que al igual que los aurigas, a veces eran muy bien remunerados, convirtiéndose algunos de ellos en auténticas estrellas.
Representaciones en el teatro romano
El teatro romano, dentro del recinto arqueológico, es el edificio más sobresaliente de Mérida y donde se siguen representando obras clásicas cada verano. Aunque la verdadera pasión de los romanos se desarrollaba en el anfiteatro y en el circo, la joya de la ciudad es su teatro. Una construcción levantada en lo que se conoce como “Cerro de San Albín”, ayudando a que los vientos fuesen cortados, para así favorecer la acústica a las cerca de 6000 personas que llegaban a asistir a las funciones. Ya no hay luchas de gladiadores pero Mérida cada año acoge el Festival de Teatro Clásico. En época romana las mujeres estaban doblemente discriminadas: en escena, pudiendo sólo participar en espectáculos de mimo, y en las gradas, situándose como público en los peores lugares. Será Margarita Xirgú, curiosamente, quien en 1933 en el papel de Medea reinaugurara el escenario, volviendo las representaciones a tan emblemático lugar.
Es fácil recrear la historia en Mérida, en pocas ciudades el decorado original se ha mantenido tan bien conservado como aquí. Paseando por entre las edificaciones romanas, o sentado contemplándolas, la imaginación te lleva sin ningún esfuerzo a las luchas de gladiadores, o a las representaciones teatrales.
Confusión con el nombre de algunos edificios
Hay en los nombres de algunos edificios de Mérida algunas confusiones. O al menos eso cuentan. Resulta que el Templo de Diana (espectacular especialmente con la iluminación nocturna) no tiene nada que ver con Diana. Parece ser que el arqueólogo que lo descubrió lo equipara al Templo de Artesima (diosa griega que tiene su correspondiente romana en Diana) y se le adjudica el nombre.
Si no era a Diana a quien rendía culto el tempo, ¿a quién entonces? Se trata de un templo de culto imperial con lo que pudo estar dedicado al emperador. Todo indica que se levantó bajo el gobierno de Octavio Augusto. Pasados los años, sonaría extraño cambiarlo de nombre, así que se ha quedado con el que tenía y las columnas del Templo de Diana, en perfecto estado de conservación, lucen preciosas aunque no estuvieran levantadas en honor de dicha diosa.
Otro de los monumentos con nombre “equivocado” es el Arco de Trajano. Se trata en realidad de un puerta y no de un arco del triunfo. Además, sería Tiberio quien lo mandaría construir en el siglo I a.C, siendo anterior a la época del emperador que le presta el nombre. Así que el Arco (del triunfo) de Trajano en realidad es una puerta que daba acceso al foro provincial. Una puerta que seguramente en su época luciría un revestimiento en mármol e inscripciones.
Herencia árabe
A la par que los monumentos romanos, brilla la alcazaba árabe. Una fortaleza del siglo IX mandada construir por el emir omeya Abderramán II (835). Se trata de la alcazaba más antigua de la península y tuvo varias funciones. Por un lado era el centro administrativo de los omeyas y la residencia del gobernador, pero servía también de lugar de refugio en caso de necesidad. Un espacio seguro, al encontrarse junto al puente romano, en el que replegar las tropas.
En su interior todavía conserva restos de la época romana, como la calzada y los cimientos de la muralla y de una de las puertas. Disponía en la época de un aljibe y una mezquita (más tarde convertida en iglesia), y estaba rodeada por todo su perímetro por un foso.
Encontramos también la huella del pasado árabe en uno de los yacimientos urbanos más extensos de la península, el conjunto arqueológico de Morería. En él se conserva una parte de la muralla romana y su reutilizaron por parte del Califato. Apreciamos también el desarrollo urbanístico que se produjo desde los romanos hasta los visigodos en las calzadas o viviendas de la época, y lo que fueron palacios y casas más comunes de la época musulmana.
Museo Nacional de Arte Romano
Un edificio contemporáneo brilla por sí mismo junto al legado monumental romano, situado cerca del teatro y del anfiteatro. El 19 de septiembre de 1986 se inauguraba el edificio que alberga el Museo Nacional de Arte Romano, obra de Rafael Moneo. Una obra que lanzaría la carrera del arquitecto de Tudela y que ampliaría la oferta monumental de Mérida.
Destaca, además de por su impresionante tamaño, por el uso del ladrillo, del hormigón y del arco de medio punto. Una arquitectura que nos lleva hasta las termas de Diocleciano en Roma. Acoge una importante y valiosa colección de esculturas y mosaicos de la civilización romana, siendo una de las más completas de la península. El museo es una fuente de aprendizaje para aquellos que lo visitamos. Además de contemplar la belleza de lo que atesora, y del propio edificio, al terminar la visita hemos podido comprender cómo funcionaba una ciudad romana o cómo se administraba una provincia. Imaginar cómo era la vida de los habitantes de la Mérida romana, su día a día.
Una ciudad, varias culturas
Tras los romanos llegarían a la ciudad los visigodos. Un trocito de su historia en Mérida se halla en la iglesia de Santa Clara, templo cristiano donde se encuentra la colección visigoda. Colección que integra varias piezas, destacando los mármoles de los siglos VI-VIII que decoraban la arquitectura religiosa y que constan de nichos, pilastras, dinteles entre otros. Además de la escultura también sobresalen por su importancia histórica las inscripciones funerarias.
En Mérida visitamos una ciudad y al mismo tiempo recorremos varias. Se solapan diferentes épocas, culturas y muchos siglos de historia. Todo en un solo núcleo urbano. Su legado romano destaca sobre el resto pero la ciudad es mucho más.
Mérida es romana pero es también visigoda y árabe. Son los pueblos que, de una forma u otra, han dejado su huella. Es la amalgama de culturas que han habitado en la ciudad en diferentes épocas aportando un legado arquitectónico único. Fundada para que se instalen soldados romanos veteranos, con el paso de los siglos Mérida se convirtió en una de las ciudades más extraordinarias del mundo.
2 comentarios
Muy bien escrito, muy interessante y muy divertido. Gracias, Photographyto???
¡Muchas gracias Iván!