En 1936 nacía Ismael Kadaré, el escritor albanés más popular y premio Príncipe de Asturias de las Letras, en la ciudad albanesa de Gjirokastra. Lo mejor para descubrir un país, o una ciudad en este caso, es visitarla y empaparse, pero si lo complementas con la lectura de grandes escritores en los que los lugares son parte imprescindible de la trama, entonces la idea sobre el sitio en cuestión aumenta exponencialmente. A Gjirokastra le pasa con Kadaré. Es más, podría decir que sin leer los libros del genial escritor albanés, nuestra idea o percepción de Gjirokastra, no estará completa. De forma sutil e inigualable, Kadaré nos relata y describe tanto el pasado como un siglo XX que él conoció. Gjirokastra y Kadaré quedarán por siempre unidos no únicamente por ser su lugar de nacimiento, sino por ser la ciudad protagonista de sus novelas, como «La Cena Equivocada» o «Crónica de la ciudad de piedra».
Típica arquitectura otomana
Destaca la ciudad por su rara y a la vez típica arquitectura otomana, con sus espectaculares casas de dos plantas del siglo XVII, su bazar, la mezquita o las iglesias, pero sobre todo deslumbra su fortaleza o ciudadela que vigila la ciudad desde una posición privilegiada. Y de entre sus barrios, Dunavat y Manalat conservan todavía ese aire a ciudad antigua con sus casas tradicionales.
Parte imprescindible de la vida en Gjirokastra es el viejo bazar del siglo XVII, aunque tras un incendio debió ser reconstruido en el XIX, con sus comercios y con sus históricas casas. Bazar que da paso a la mezquita del bazar, la única que sobrevivió a la furia atea comunista. Pero lo verdaderamente imponente en la ciudad es su fortaleza. Una fortaleza ocupada desde hace más de 2000 años y a la que los turcos le darían el aspecto que luce actualmente. La vista de la ciudad desde sus torres es espectacular. Y su torre del reloj más que atractiva. Un ala de la fortificación se utilizó como prisión en diversos momentos de su historia y todavía, a día de hoy, se pueden visitar las celdas con inscripciones de algunos de sus moradores, inscripciones que por más que releo no llego a comprender, imagino que saber un poco de albanés ayudaría a su entendimiento. Aunque sin fecha fija, es en el interior de la ciudadela donde se celebra cada 4 años (o 5 dependiendo) el festival folclórico nacional albanés. Llama la atención al recorrer el lugar, toparse con un avión en una de las explanadas, un avión de las fuerzas armadas americanas derribado durante el régimen comunista y hoy expuesto en la ciudadela. Muchas historias y leyendas transcurren dentro de sus muros e incluso a día de hoy, sigue impresionando.
Alrededor de la ciudadela
Situada en la ladera debajo de la ciudadela, la ciudad nace entorno a ella, y a su resguardo, entre 400 y 600 casas monumentales se distribuyen por la parte vieja de la ciudad mezclando el estilo otomano con la arquitectura local, destacando las casas torre. Se suceden las cuestas empinadas y los suelos empedrados. Su diseño supone en principio un inconveniente para el viajero que por allí pasa, pero una vez te acostumbras, termina por ser una de las cosas más atractivas, que además otorga al lugar un encanto especial. Y en contraposición a esa belleza arquitectónica, podemos recorrer los túneles excavados durante el régimen comunista en los años sesenta, donde visitar las diferentes salas en las que se alojarían los miembros del partido y del gobierno. La gente de a pie en caso de guerra no tendría sitio, privilegios del poder. Como la guerra sólo estaba en las mentes un tanto retorcidas de los dirigentes, para lo único que sirvieron los túneles fue para emplear mano de obra y para poder enseñarlos a quien por allí pasamos en este siglo XXI.
Se da en Gjirokastra una diversidad no sólo arquitectónica sino también cultural, legado que deja el ser testigo de siglos historia influido por el islam durante el periodo dominada por los otomanos pero con raíces e influencia de la época medieval y de tiempos más remotos. Esa belleza arquitectónica y ese legado histórico hicieron que Gjirokastra fuese considerada Ciudad Museo en 1961 en Albania y Ciudad Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 2005.
El escritor y el dictador
Si Kadaré es el hijo bueno de la película en Gjirokastra, hay que añadir otro personaje, mucho más cruel y paranoico, también nacido en la ciudad. Enver Hoxha, líder comunista que llevó al país a ser uno de los lugares más cerrados, aislados y extraños del mundo. Comentan, que durante su dictadura dos de cada tres personas eran espías. Quizá sea una exageración pero da idea del clima instaurado por tan nefasto personaje. En “La cena equivocada”, Kadaré nos monta una historia mezcla de comedia y de tragedia sobre las dictaduras que tuvo que sufrir su país, desde el imperio otomano hasta el comunismo. Un paseo por los libros de sus escritores nos ayudan mucho a entender los lugares que visitamos. Kadaré, Hoxha y Gjirokastra unidos para siempre.
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