Estella, una judería en el Camino de Santiago
En un lugar a camino entre Pamplona y Logroño, en contacto con la ribera y con la montaña, encontramos la ciudad de Estella. Una ciudad monumental creada sobre un antiguo poblado gascón de Lizarra, que tuvo posiblemente su nacimiento como consecuencia del Camino de Santiago allá por el 1090, bajo el reinado de Sancho Ramírez, y que a día de hoy sigue conservando tesoros (palacios, conventos, puentes y casas señoriales) que le valieron el calificativo de “la Bella” . Ciudad románica que desde el siglo XI tuvo una importante presencia judía, seguramente al amparo del progreso económico que se dio en la ciudad.
Llegada de los judíos a Estella
Si bien llegaron a finales del siglo XI, el momento de máximo esplendor de la judería se produce en el siglo XIII, en el que tendrán figuras relevantes en el Reino de Navarra. El escritor y talmudista Ménahem Bar Zerah (conocido como Ben Seraq), el médico Juce y León Orabuena o el poeta Moisés Ibn Ezra serán algunos de los personajes de gran importancia en su tiempo, y que demuestran el peso de la cultura judía de la época. De entre todos ellos podríamos destacar al rabino Orabuena, quien era el galeno de Carlos III, un rey que tuvo gran presencia judía en su corte que incluía médicos y astrólogos.
No se conoce con exactitud ya que no quedan restos, pero parece que la primera judería en Estella, en el barrio de Elgacena, se situaba a continuación del barrio de San Martín en una lugar situado en la orilla del río. Aunque en un principio vivían mezclados con los cristianos, parece ser que sería en ese lugar donde los judíos formaron un núcleo propio. De los pocos datos que quedan, y atestiguan dicha presencia, se encuentra documentación escrita de 1145 en la que se describe cómo se donaba la antigua sinagoga por parte de la Corona de Navarra al obispo de Pamplona para que construyese una iglesia, la actual Jus del Castillo.
Si bien no hay muchos restos de documentación escrita, sí que los hay arqueológicos. A través de diferentes intervenciones no sólo se hallaron restos de la sinagoga, sino también de casas que estaban en sus alrededores. Enterrada y olvidada durante siglos, es a través de estos descubrimientos arqueológicos como podemos disfrutar, aunque sea mentalmente, de la judería de Estella.
Buscando el pasado judío de Estella, encuentro una ciudad alegre y animada. Me cruzo con peregrinos, que al igual que hace siglos, van camino de Santiago y le confieren a la ciudad una atmósfera especial. La historia, que se siente en cada rincón, se junta con el arte que atesora.
Auge y decadencia de la aljama
Con el transcurso de los años la presencia judía se fue haciendo más importante hasta alcanzar su plenitud a finales del siglo XIII en el que moraban en Estella unos 180 hogares, algo más del diez por ciento de la población total. Una población judía que disfrutaría, aunque no haya documentos que lo atestigüen, de más de una sinagoga y que contribuía, de manera decisiva, a la prosperidad de la la población navarra. Se trataba, sin lugar a dudas, de una aljama totalmente organizada y próspera que participa y colabora en la localidad.
Con el siglo XIV llegan los problemas y la presión a la judería por parte de los cristianos y de las autoridades locales. Una presión que en este caso la monarquía es incapaz de anular. En 1328 sufre un importante asalto la judería, los judíos plantan cara, y sufren diversos asesinatos. A partir de entonces la judería ya no volvería a ser la misma y los culpables nunca sufrirían castigo alguno.
Al contrario que en otros territorios, en Navarra el Decreto de expulsión de los Reyes Católicos de 1942 no tuvo repercusión y muchos de los judíos expulsados se mudaron a estas tierras, aunque no sería por mucho tiempo, y seis años más tarde, en 1498, los monarcas navarros se vieron obligados a expulsarlos. La mayoría optó por convertirse al catolicismo y permanecer en sus casas.
Restos judíos
Son varios los elementos que nos hablan de la presencia judía en Estella además de la Iglesia de Santa María de Jus del Castillo, construida sobre la antigua sinagoga. Una vez los judíos abandonan la vieja judería de Elgacena se trasladan al sur de la ciudad, a una ladera del río Ega, bajo la colina que más tarde albergaría el castillo de Belmecher. Es de suponer, aunque la ausencia de restos no lo confirme, que la judería contase además de con las sinagogas, con hornos y carnicería propias para satisfacer las necesidades de la comunidad judía. Restos únicamente quedan de la muralla que servía al mismo tiempo de límete y de defensa.
Uno de los edificios civiles más conocidos y atractivos de Estella es sin duda su puente, el puente de la Cárcel que cruza el río Ega y que comunica lo que fue la judería con el barrio de San Miguel. Se trata de un puente construido en los años 70 que sustituyó a uno románico volado durante la III Guerra Carlista.
El fotogénico puente es el final de una de las calles más animadas y tradicionales. La Rúa de las Tiendas se construyó en torno al Camino de Santiago, siendo uno de los núcleos originarios de la ciudad. Será en esta calle donde se sitúen muchos de los negocios judíos y que hoy recibe un animado transitar de locales y peregrinos. Unos peregrinos que realizan el Camino hasta Santiago igual que hace cientos de años pero que ya no se cruzan con judíos al atravesar Estella. Puede que con los años se lleguen a desenterrar algunos vestigios que nos sigan informando de la vida judía en esta localidad navarra, hasta entonces seguiremos disfrutando de las huellas que, de una u otra forma, dejaron. Una historia en la que han colaborado, y han sido de vital importancia, tanto El Camino como la judería.
Ya lo dijo Aymeric Picaud en el siglo XI y sigue de actualidad: “Estella es la ciudad de buen pan, excelente vino, mucha carne y pescado y toda clase de felicidad”.